Como dicen algunos la economía crecerá 5%; la inflación bajará a 3%; el tipo de cambio bajará a 18 pesos por dólar; en materia energética nos olvidaremos de las energías limpias; ya no habrá escasez de medicamentos; se crearán un millón de empleos; y el salario mínimo
aumentará 50%.
El optimismo real
Durante el presente año la economía mexicana crecerá apenas 1%; la inflación se mantendrá alrededor del 8% (en la primera quincena de enero la inflación anual fue de 7.94%); ante un bajo crecimiento el empleo nuevo apenas repuntará sobre las 400,000 plazas; sin embargo, dada la preocupación de nuestros compatriotas en los Estados Unidos de Norteamérica, las remesas familiares rondarán en este año los sesenta mil millones de dólares; nuestras exportaciones seguirán aumentando ante una expectativa de una fuerte recuperación de la economía de los Estados Unidos y del cumplimiento del Tratado México Estados Unidos Canadá (TMEC). En síntesis, el presente año nos envolverá en unas turbulencias que no podemos adivinar, pero que podrían aminorar el crecimiento de la economía mexicana y del mundo.
Paridad cambiaria
Aunque algunos digan que la reevaluación del peso no se debe a factores externos, debemos de comentar que dicha apreciación se explica por tres factores fundamentales: la debilidad del dólar, el flujo extraordinario de remesas familiares, y la entrada de capital financiero a México para adquirir valores gubernamentales (deuda interna) que están otorgando rendimientos por arriba del 10%, por ejemplo los Certificados de la Tesorería de la Federación (CETES) están dando un premio de 10.5%, además probablemente en la próxima sesión de la junta de gobierno del Banco de México, en consonancia con la Reserva Federal de los Estados Unidos de Norteamérica, aumentará la tasa de interés de referencia a 11%; es decir, aumentará medio punto porcentual. Con ello estaremos aumentando la deuda interna en proporciones extraordinarias.