En diciembre 2020, México presentó la revisión a sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, o NDC (por sus siglas en inglés) como parte de los compromisos acordados en Paris en 2015. En esa revisión, México mantuvo sus metas de mitigación con respecto al escenario BAU (business-as-usual,BAU), y no presentó las acciones para lograr dichas metas, indica el reporte especial del departamento de análisis de Citi: “México en la víspera de la COP26: que los demás actúen”. Pero el escenario BAU fue revisado y ahora se estima un aumento en las emisiones de cerca de 2% para el 2030 relativo al BAU anterior.
En el especial se explica que, así, aun cuando las metas en términos porcentuales respecto al BAU no cambiaron, la ambición de mitigación de México es menor y se anticipan mayores niveles de emisiones totales para el 2030.
Por sector, las revisiones al alza del escenario BAU provienen principalmente de mayores expectativas de emisiones de la agricultura, industria y desechos. En contraste, México anticipa menores emisiones marginalmente del transporte, petróleo y gas, y electricidad. Pero esto se suma a crecientes preocupaciones de que aún el nuevo BAU, sea menos amigable con el medio ambiente y también menos plausible, debido a las propuestas mencionadas anteriormente para el sector energético.
Meta de reducción de emisiones insuficientes
Desde la primera presentación de los NDC de México, en 2015, el país estableció metas considerando dos líneas de acción: mitigación (acciones para frenar el cambio climático) y adaptación (medidas para ser más resistentes al cambio climático y ambiental). De ellos, encontramos que el conjunto de acciones más ambicioso y medible corresponde al primero.
Por ejemplo, con fines de mitigación, la propuesta incondicional de México era reducir en 22% las emisiones de gases de efecto invernadero y en 51% de las emisiones de carbono negro para 2030. Esto implicaba una reducción de 25% de las emisiones con respecto al escenario tendencial (business-as-usual,BAU). A este respecto, cabe mencionar que México es un país que contribuye poco a esas emisiones en comparación con otros países, con una proporción de alrededor del 1.5% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero.
Sin embargo, se espera que cada país contribuya con su justa parte, y las medidas originalmente propuestas por México fueron consideradas por los expertos como “insuficientes”, lo que significa que son inconsistentes con lograr un límite de calentamiento de 1.5°C.3.
México de los países más vulnerables
México es particularmente vulnerable al cambio climático, México ocupa el 11º lugar (de 52 países) en el Marco de Vulnerabilidad al Riesgo Climático.
Según el departamento de análisis de Citi, han trabajado en un marco que evalúa la vulnerabilidad de los países al cambio climático basado en dos factores principales: el riesgo físico y el riesgo de transición.
El primero trata de captar el impacto visible que un país puede enfrentar como resultado del calentamiento global. Esto incluye los efectos de los fenómenos meteorológicos extremos (inundaciones, huracanes y sequías), el aumento del nivel del mar, el impacto económico de los cambios en los patrones climáticos (para la agricultura y el turismo, por ejemplo), entre otros factores.
El segundo mide cuán susceptible es la economía considerando que el mundo se está moviendo hacia un futuro con bajas emisiones de carbono. Esto tieneen cuenta, por ejemplo, la cantidad de CO2y otras emisiones de gas que produce el país, la estructura de la fuente de generación de electricidad en el país y, en general, qué tan resistente es la economía a los cambios en dicha estructura.
Considerando estos dos grupos de riesgos combinados, encontramos que México es el país más vulnerable del conjunto de países que evaluamos en América Latina (gráfica 2). Si bien esperamos profundizar en estos aspectos en un documento futuro, en lo que sigue ofrecemos algunos aspectos destacados de nuestros hallazgos.
En cuanto a los riesgos físicos, México se ubica dentro del 20% de países más vulnerables.VLa temperatura promedio en el territorio mexicano ha aumentado en línea con los aumentos globales promedio, alrededor de 0.03°C por año en los últimos 50 años. Es probable que las principales consecuencias de los continuos aumentos de temperatura se aprecien en el sector agrícola, con una caída de los rendimientos y un aumento de los costos debido a la menor disponibilidad de agua y por inundaciones y sequías más frecuentes.
De hecho, los fenómenos meteorológicos extremos que afectan a México han aumentado en frecuencia e intensidad, al igual que las sequías y los incendios forestales. Hay algunos de estos riesgos que parecen ser relativamente pequeños para México, como el aumento del nivel del mar, dada la pequeña proporción de la población que vive en altitudes inferiores a 5 metros del nivel del mar. Pero incluso en estos casos, la población más vulnerable tiende a verse desproporcionadamente afectada por estos cambios, los cuales no deben ser ignorados.
#Video: México se rezaga en sustentabilidad
Los riesos en la transición energética
La transición hacia una economía global baja en carbono también plantea riesgos significativos para el desarrollo futuro de México. Considerando la estructura de la economía, sus ventajas competitivas y la dotación de recursos naturales, México corre el riesgo de enfrentar pérdidas significativas a medida que el mundo se aleja de los combustibles fósiles.
Por un lado, las reservas de petróleo de México corren el riesgo de convertirse en “activos varados”. Aunque la producción de petróleo ha disminuido en importancia para la actividad económica desde el decenio de 1980, los ingresos del petróleo siguen siendo significativos en el ámbito fiscal. Los ingresos relacionados con el petróleo representan cerca del 20% de todos los ingresos del gobierno, significa que los posibles efectos sobre los precios futuros y la demanda de combustibles fósiles reducirían el espacio fiscal.
Además, una de las industrias más importantes de México, el sector automotriz, también está siendo objeto denuevas normas y reglamentos con el objetivo de transformar el transporte general hacia vehículos eléctricos. Implica que la industria automotriz de México debe adaptarse para permanecer como uno de los principales productores de vehículos de pasajeros y carga a nivel mundial.
Por último, en cuanto a la generación de energía, aunque México no dependa mucho del petróleo y el carbón, existe un riesgo creciente de que esto se convierta en un problema en el futuro, ya que la administración de AMLO continúa ofreciendo incentivos que intentan fomentar los combustibles fósiles.
#Video Conferencia Magistral: La Transición Energética en México: ¿Hacia dónde va?
México se baja de la tendencia mundial
México fue uno de los primeros países en adoptar metas voluntarias de mitigación en 2008. También fue uno de los primeros países en aprobar legislación integral sobre el cambio climático (2012), y el primer país en desarrollo en presentar sus NDC tras el Acuerdo de París de 2015. Es importante destacar que México aprobó una reforma energética consecuente en 2013, que, entre otras cosas, tenía como objetivo fortalecer el marco institucional del país para fomentar una mayor competencia en la generación de energía, hacer que el sector energético sea más resistente y proporcionar incentivos para la inversión en energías renovables a rezagarse.
Tras el ascenso de AMLO a la presidencia, el progreso hacia un futuro más limpio desde una perspectiva energética se ha estancado en el mejor de los casos. El presidente se ha centrado en lo que llama “soberanía energética”, lo que en términos generales ha significado un mayor apoyo a las energías no renovables.
Las acciones incluyen la construcción de una nueva refinería, el objetivo de aumentar la producción de petróleo, detener las subastas de energía limpia, entre muchos otros (más adelanteabundamos sobre esto). Como sostuvimos recientemente,la propuesta de una nueva reforma constitucional del sector eléctrico, que actualmente se está discutiendo en el Congreso, también va en esta misma dirección.
La percepción de que México bajo la administración AMLO se está quedando rezagado en su contribución a la lucha contra el cambio climático se ha ido generalizando gradualmente entre los expertos, a medida que reportes de la prensa nacional e internacional sobre la indiferencia del gobierno del país han crecido en frecuencia y aumenta su nivel de crítica contra la política energética de AMLO.
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