La empresa del estado, que lleva más de 80 años funcionando, continúa y seguirá siendo una parte esencial de la economía mexicana cuando al menos unas cinco a ocho décadas más a partir del 2025.
Esto se ha demostrado mediante los resultados presentados en forma reciente por la dirección de PEMEX. Asimismo, continuará con la hipocresía legislativa al ser el inquisidor de la empresa, con el objetivo de que sea parte de los ingresos recaudados para la operación de México mediante el artículo siete de la Ley de Ingresos.
Se ha otorgado a PEMEX la oportunidad de ser un superhéroe ficticio que puede, con todo, y el todo en el ámbito de la industria de hidrocarburos.
Se ha establecido para la empresa del estado a su propia kryptonita, que neutraliza o merma las cualidades principales, y se denomina “Poder”, y que controla a la empresa con fines políticos, y no de índole energético – económico.
La empresa no se encuentra en estado de desequilibrio, ya que ha sido sometida a diversas circunstancias y modelos de negocio relacionados con cuestiones políticas y no operativas.
Al inicio de la creación de PEMEX en 1938, el propósito primordial consistió en el control y la gestión de los hidrocarburos para su explotación. Tuvieron que transcurrir más de cuatro décadas, para que pudiera ser considerado como parte de la estructura geopolítica de países productores de petróleo. Una vez reconocido como parte del ámbito petrolero, durante un período de tres décadas y media, ejercía una hegemonía en el negocio, vinculado a la exportación de petróleo crudo y la existencia de una cantidad suficiente de combustibles para impulsar la economía en el país. En aquel entonces, la empresa tenía la obligación de poder realizar pagos, derechos, y la recaudación de impuestos para la nación. Siendo estos altos, y que la empresa debía de cumplir con ellos, fuera como fuera. La empresa fue sucumbiendo ante esta situación para poder cerrar el déficit entre los ingresos, y los costos financieros, y pagos a la nación. La empresa tuvo que solicitar deuda para poder satisfacer esto, y lo cual no formaba parte del dinero necesario para invertir en mantener la producción, o continuar con el mantenimiento de refinerías para poder cubrir la mayoría de la demanda interna del país. Se trataba de una deuda impositiva de inquisición, con el fin de que la nación pudiera satisfacer el déficit presupuestal.
La reducción del presupuesto en 2015 y la imposición de endeudar a la empresa con el objetivo de cumplir con el ingreso requerido por la nación hasta 2018, provocó una disminución en la producción de petróleo de 2.5 millones de barriles diarios a 1.8 millones. Esto generó como consecuencia: El dejar de refinar y mantener la plataforma de exportación de petróleo crudo por encima de un millón de barriles diarios, y dejar entre 600 y 800 mil barriles para refinar. Durante este período de tiempo, el negocio estaba destinado a mantener divisas para el país, y no ingresos necesarios para mantener a la empresa operando de manera adecuada, y como debe ser una empresa de esta industria. No olvidemos que los préstamos de PEMEX, realizados, forman parte del total de la deuda pública de México.
En 2015, la empresa tuvo un primer indicio de poder ser autónoma al establecer una reducción programada en cierto tiempo para reducir el derecho de utilidad compartida, y la cual partió de un 70 % para reducir en un 65 % en 2019, y de estos años en adelante mantendría constante, es decir cautiva dentro de la Ley de Ingresos.
A partir de 2018, ante las cuestiones geopolíticas y la nueva política de poder controlar al mercado a través de la empresa del estado, y ante la apertura que indicaba que cualquier empresa privada podría hacer la competencia a esta. En 2019, se llevaron a cabo diferentes acciones y cambios en las políticas, normativas y regulaciones para que la empresa del estado tuviera el control de las inversiones en el sector de hidrocarburos, y que, hasta la fecha, representa un 90 % del total de inversiones. Dependemos de la inversión gubernamental.
Hasta antes de la reforma energética, cualquier empresa privada en el sector eléctrico o hidrocarburos, tendría que licitar o ser parte de una forma de contratación con las empresas del estado, y no podían hacer de manera directa, como hoy podría ser, si hubiera las condiciones adecuadas.
Desde hace más de ocho décadas, PEMEX no ha podido pasar de la adolescencia financiera a una adultez como empresa mundial. Dado que está sujeta a las políticas públicas y las decisiones que se toman por parte del administrador en turno y del consejo de Pemex, en el que se encuentran involucrados las secretarías de Energía y Hacienda. Además de depender de las subvenciones que el Congreso otorgue en cada presupuesto, así como de las directrices que cada director ha sido instruido, reduciendo al estilo de gestión que puede tener en la empresa.
Hoy en día, la empresa del estado, el modelo de negocio, cambio la manera de obtener una mayor cantidad de ingresos. A causa de la comprensión de que el negocio real de los hidrocarburos no se encuentra limitado a la comercialización del petróleo o gas extraído, en caso de no contar con las condiciones financieras e infraestructura necesarias para llevarlo a cabo, tal como se encuentra en la actualidad.
El 80 % de la producción se encuentra en aguas someras, lo cual genera un mayor costo, riesgos ambientales y físicos en el personal que opera. La carencia de una mayor reincorporación de crudo ante una depletación acelerada de los campos actuales, y la intención de tener una mayor producción, no superior a dos millones de barriles diarios, ha dado lugar a reducir el presupuesto en la parte de exploración y producción.
El concepto actual: México no requiere vender crudo en el mercado internacional, y, por consiguiente, a las reservas actuales actualizadas, es suficiente para mantener la materia prima para las refinerías que tiene PEMEX. ¿Cuánto tiempo tiene?
Esto indica que el modelo de negocio cambia, y ahora estará enfocado en las ventas internas, que se centrarán principalmente en la comercialización de combustibles como la gasolina, diésel, turbosina, combustóleo, gas licuado de petróleo y algunos petrolíferos, siendo estos una mezcla entre lo producido e importado, lo que requerirá el mercado interno mexicano. Hoy en día representan el 75 % de los ingresos totales de la empresa, y las exportaciones de crudo equivalen al 20 a un 24 %.
La Secretaría de Energía ha informado que PEMEX, de acuerdo con sus proyecciones en el sector de petrolíferos del año 2025 a 2037, importará entre el 10 y el 15 % de la gasolina del total de la demanda. Se dejará de importar diésel en 2025, siempre y cuando todas las refinerías del sistema nacional de refinación produzcan diésel de bajo azufre (hoy día solo producen el 33 % del total de la demanda).
La refinería Olmeca, en la actualidad, solo está llevando a cabo pruebas, y entre ellas el uso de un diésel con alto contenido de azufre, para evaluar el rendimiento de las plantas que eliminan este, y puedan cumplir con las normas ambientales y de calidad de los combustibles. Confirmando que no está refinando crudo. En 2027, se espera que opere con la máxima carga de entrada de crudo del tipo Maya, y solo cubriría el 20 % de la demanda de gasolina y el 30 % del diésel.
PEMEX, una organización con una carga financiera, operativa, recaudadora, proveedora, ambientalista, transitoria, y además fuente de empleo. En consecuencia, no se dispone de un objetivo concreto de largo plazo, ya que la dependencia enfermiza de tener el control de esta por parte de la parte política entre el Poder Ejecutivo y el Legislaivo, no la dejan ser una empresa mundial.
PEMEX sin rumbo.