El pasado 30 de septiembre el gobierno federal encabezado por AMLO presentó una contrarreforma energética, que como su nombre lo indica, contradice a la Reforma Energética propuesta en 2013 y pretende reducir la participación del sector privado en la generación eléctrica del país. Esta contrarreforma pone sobre la mesa el debate de la generación pública o privada y aleja el foco del debate que de verdad importa ¿verde o fósil?
Por medio de estrategias como la incorporación del Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y la eliminación de los Certificados de Energía Limpia, la propuesta se centra en poner en manos de la CFE la Transición Energética Nacional. La participación más activa por parte del estado es algo que se ha estado buscando desde hace tiempo y con las directrices correctas podría significar un avance en el tema; sin embargo, es claro que CFE no está interesado en esta transición y que además tiene problemas más grandes como los de cumplir una demanda con infraestructura poco eficiente.
Si bien es cierto que los motivos de la Reforma Energética fueron cuestionados, lo que no se puede negar es que dicha reforma abrió paso a la transición energética en México. Partiendo de esta premisa, resulta preocupante que la contrarreforma propuesta por Lopez Obrador, apunte a contradecir los motivos sin detenerse a observar los beneficios; y es que, el discurso populista de Andres Manuel se basa en el nacionalismo, advirtiendo que actualmente la industria privada tiene alta injerencia en las decisiones energéticas del país y optando por centralizar las decisiones de este sector en CFE.
Una vez más Andres Manuel, no se equivoca,sólo tiene otros datos; ya que es verdad que a raíz de la Reforma Energética la participación del sector privado en la generación eléctrica aumentó, pero lo que Andres Manuel omite, es que este aumento fue visible también en términos de avance en transición energética en México donde por primera vez se vislumbra un futuro verde para el país. Con esto en mente la preocupación más grande respecto a la contrarreforma es que en afán de cumplir con la demanda energética CFE eche mano de sus plantas menos eficientes y más contaminantes, además de que no se ve intención alguna de este organismo para migrar a generación por medio de energías renovables.
Una vez más la política hace lo suyo, priorizando la polarización de la población y sectores en lugar de enfocarse en un trabajo integral que realmente beneficie las causas que deberían tener mayor peso, como en este caso la transición energética. Pareciera, que a pesar de todas las demostraciones aun nos falta entender que no es una lucha de poder entre humanos, es un trabajo en equipo en el que podríamos beneficiarnos de las habilidades y posibilidades de cada sector para luchar la batalla que vale la pena, la que es contra el cambio climático.
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