Greenpeace México exhibió a la Termoeléctrica “Francisco Pérez Ríos” de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), como una instalación que genera “Exceso de Contaminación”. Y sobre todo afecta gravemente la salud de la población en su zona de influencia.
Durante una acción pacífica realizada en el marco del Día de la Tierra frente a dichas instalaciones; el grupo ambientalista elevó un globo aerostático con la etiqueta “Exceso de contaminación” como las usadas en los alimentos industrializados.
La etiqueta, es para advertir que en ese lugar se quema combustóleo con contenido de 3.9% de azufre en masa; rebasa el límite máximo establecido por la Norma Oficial Mexicana NOM-016-CRE-2016, de 2%. El combustóleo es una de las fuentes fósiles que más gases de efecto invernadero emiten; por kWh, 898gCO2 y también una de las más caras, 139 dólares por mWh (1).
Desde el globo aerostático que se lanzó al aire al amanecer frente a la termoeléctrica, Pablo Ramírez Granados, especialista en Cambio Climático y Energía de Greenpeace México, señaló la urgencia del cambio de modelo de generación eléctrica en el país.
“Esta termoeléctrica alimentada por combustóleo pesado, genera dióxido de azufre (SO2) en concentraciones 100% superiores a las permitidas por la Norma Oficial. Y sus emisiones contaminantes son responsables de hasta 16 mil muertes prematuras en la zona; que incluye varios municipios del Valle del Mezquital, en Hidalgo, otros en el Estado de México y varias alcaldías de la Ciudad de México”.
La termoeléctrica de Tula es obsoleta y ha sido descuidada durante años por varios gobiernos; es una de las principales fuentes de emisión de dióxido de azufre en el mundo. Esto agrava la de por sí terrible situación de deterioro ambiental y de salud pública que existe en la zona, caracterizada como Región de Emergencia Ambiental (REA).
La organización demandó la diversificación en la generación de electricidad y, sustituir progresivamente el uso de combustibles fósiles. Enfatizó el potencial de participación de las energías renovables en esa tarea y que el Estado debe tener un papel preponderante en su desarrollo.
“Hemos venido una vez más a la Termoeléctrica Francisco Pérez Ríos para advertir que usar combustóleo para generar electricidad produce graves daños a la salud pública, incluyendo la de los propios trabajadores.”
Greenpeace demanda un sector energético social y ambientalmente sustentable, con total respeto a los derechos humanos; en el que las energías renovables tengan una participación mayoritaria, al tiempo que se reduzca la demanda y consumo de energía.
Una transformación en este sentido reduciría significativamente el uso de combustibles fósiles y ayudaría a mitigar la crisis climática y las externalidades en cuestión de salud del modelo actual.