El Fondo Monetario Internacional estima que la economía de México crecerá 2.8% en el 2022, lo que representa una reducción de 1.2 puntos respecto a la estimación de octubre de año pasado que era de 4.0%. Para 2023, el crecimiento económico se estima en 2.7%.
De acuerdo con las Perspectivas de la Economía Mundial del Fondo Monterario Internacional, el menor crecimiento esperado se explica por una menor demanda externa esperada en las economías por el resurgimiento de la pandemia de Covid19 vía Ómnicron.
Gita Gopinath, Consejera Económica y Directora de Investigación, comentó en conferencia de prensa que en México, se debilitaron los últimos dos trimesres más de los esperado debido a las interrupciones de suminitros para las cadenas productivas, una situación que se extiende en el 2022. A lo anterior se suma al crecimiento de los contagios de la variente del Ómnicro, virus con la que los países están lidiando, situación que se combina con un endurecimiento en las condiciones monetarias en México.
Todos estos son factores están pesando en las perspectivas económica, pero también se tiene que prestar atención al escenario de mediano plazo, pero hará una revisión de la primavera. El reto de los países de América Latina es que empiecen a revisar y plantear estratégias de crecimiento de mediano plazo.
Expectativas económicas a la baja por aumento caso de COVID19; interrupción del crecimiento y una mayor inflación
ELa economía del mundo espera un crecimiento económico de 4.4% en el 2022, según las estimaciones del Wolrd Economic Outlook de enero de 2022, una baja de 0.5 puntos menos repecto a la estimación de octubre de 2021. Para 2023 se estima un crecimiento económico de 3.8%.
De acuerdo con las Perspectivas de la Economía Mundial, la economía global entra en 2022 en una posición más débil de lo esperado anteriormente. A medida que se extiende la nueva variante de Omicron COVID-19, los países han vuelto a imponer restricciones de movilidad. El aumento de los precios de la energía y las interrupciones del suministro han dado lugar a una inflación más alta y de base más amplia de lo previsto, especialmente en los Estados Unidos y en muchas economías de mercados emergentes y en desarrollo. La actual reducción del sector inmobiliario de China y la recuperación del consumo privado más lenta de lo esperado también tienen perspectivas de crecimiento limitadas.
Se espera que el crecimiento global se modere del 5.9 en 2021 al 4.4 por ciento en 2022, medio punto porcentual más bajo para 2022 que en las Perspectivas de la Economía Mundial de octubre, lo que refleja en gran medida los márgenes de pronóstico en las dos economías más grandes. Una suposición revisada que eliminó el paquete de política fiscal Build Back Better de la línea de base, la retirada anticipada de la acomodación monetaria y la continua escasez de oferta se traduce en una revisión a la baja de 1.2 puntos porcentuales para los Estados Unidos. En China, las interrupciones inducidas por la pandemia relacionadas con la política de tolerancia cero COVID-19 y el estrés financiero prolongado entre los promotores inmobiliarios han inducido una degradación de 0.8 puntos porcentuales. Se espera que el crecimiento global se desacelere al 3.8 por ciento en 2023. Aunque esto es 0.2 puntos porcentuales más alto que en el pronóstico anterior, la actualización refleja en gran medida una captación mecánica después de que las resistencias de corriente en el crecimiento se disiparan en la segunda mitad de 2022. El pronóstico está condicionado a que los resultados adversos para la salud disminuyan a niveles bajos en la mayoría de los países para finales de 2022, suponiendo que las tasas de vacunación mejoren en todo el mundo y las terapias sean más efectivas.
Se espera que la inflación elevada persista durante más tiempo del previsto en la WEO (por sus siglas en inglés) de octubre, con interrupciones continuas de la cadena de suministro y altos precios de la energía continuando en 2022. Suponiendo que las expectativas de inflación se mantengan bien ancladas, la inflación debería disminuir gradualmente a medida que disminuyan los desequilibrios entre la oferta y la demanda en 2022 y responda la política monetaria en las principales economías.
Los riesgos para la línea de base global están inclinados a la baja. La aparición de nuevas variantes de COVID-19 podría prolongar la pandemia e inducir nuevas interrupciones económicas. Además, las interrupciones de la cadena de suministro, la volatilidad de los precios de la energía y las presiones salariales localizadas significan que la incertidumbre en torno a la inflación y las vías políticas es alta. A medida que las economías avanzadas elevan las tasas de política, pueden surgir riesgos para la estabilidad financiera y los flujos de capital, las monedas y las posiciones fiscales de los mercados emergentes y las economías en desarrollo, especialmente con niveles de deuda que han aumentado significativamente en los últimos dos años. Otros riesgos globales pueden cristalizarse a medida que las tensiones geopolíticas siguen siendo altas, y la emergencia climática en curso significa que la probabilidad de desastres naturales importantes sigue siendo elevada.
Con la pandemia continuando manteniendo su control, el énfasis en una estrategia de salud global efectiva es más destacado que nunca. El acceso mundial a vacunas, pruebas y tratamientos es esencial para reducir el riesgo de nuevas variantes peligrosas de COVID-19. Esto requiere una mayor producción de suministros, así como mejores sistemas de entrega en el país y una distribución internacional más justa. La política monetaria en muchos países tendrá que continuar en un camino más estricto para frenar las presiones inflacionarias, mientras que la política fiscal, que opera con un espacio más limitado que antes en la pandemia, tendrá que priorizar el gasto sanitario y social al tiempo que centra el apoyo en los más afectados. En este contexto, la cooperación internacional será esencial para preservar el acceso a la liquidez y acelerar las reestructuraciones ordenadas de la deuda cuando sea necesario. Invertir en políticas climáticas sigue siendo imprescindible para reducir el riesgo de un cambio climático catastrófico.