Por Andrea Aguilar
La crisis climática es un tema preocupante que queremos atacar, pero como en cualquier tema urgente pareciera que no sabemos por dónde empezar. Y es que, la gravedad del problema nos lleva a pensar en grande, con soluciones que implican un cambio de sistema como es el caso de la transición energética. Sin embargo, estas soluciones de gran escala también alzan dudas del mismo tamaño; en el caso de la transición, se habla del costo, se habla del tiempo y pareciera que entre tanta duda más que una solución, hay un panorama abrumador ¿Qué pasaría si empezáramos por algo más accesible?
la eficiencia energética. Si bien es cierto que la transición energética es un paso importante de camino a la eliminación de emisiones, también hay otras opciones que pueden acercarnos a la meta final. La eficiencia energética se entiende como la optimización del uso de los recursos necesarios para producir energía; lo que significa que existe un menor uso de recursos y por ende una menor cantidad de emisiones. Se considera que tomar medidas de eficiencia energética ofrece una solución costo-efectiva frente al cambio climático; por esta razón el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 7, además de mencionar la importancia de la seguridad energética también apunta a su sostenibilidad por medio de duplicar la tasa mundial de eficiencia energética.
En un futuro se espera que la demanda energética aumente, lo que nos tiene a todos pensando en un urgente replanteamiento de su generación, distribución y consumo. Considerando estos puntos, es importante eliminar la fuga energética en la cadena productiva, así como eficientar los procesos de producción con la intención de generar más y mejor energía y por último asegurarnos que su uso final también sea lo más eficiente posible. En su gran mayoría los mecanismos de medición de eficiencia energética están pensados para medir la productividad de una empresa, sin embargo una de las virtudes de esta solución es que no sólo incluye las decisiones de algunos pocos, si no que también existe un enfoque del hogar que nos permite participar a todos los usuarios.
La eficiencia energética es una solución hecha a la medida según el caso del usuario, sin embargo actualmente existen una buena cantidad de consultores que pueden apoyar tanto en el ámbito empresarial como en el del hogar para recomendar aquello que pueda eficientar el caso particular. De cualquier forma, también hay medidas sencillas como el mantenimiento de las máquinas y aparatos electrodomésticos, la ubicación de estos mismos tanto en un proceso como en el hogar, además de avances tecnológicos en el área que cada día facilitan más el camino a la eficiencia. Estas acciones pueden significar ahorros que a la larga suman, tanto económica como ambientalmente; lo que es otra gran ventaja de la eficiencia energética, ya que permite demostrar sus beneficios también de manera económica, lo que la convierte en una opción bastante atractiva.
La eficiencia energética, como cualquier otra medida, se beneficia de una política pública que la soporte y permita su desarrollo, por lo que se espera que los gobiernos sean capaces de explotar esta oportunidad por medio de esta herramienta. Por otro lado, es importante que las empresas suban sus estándares de eficiencia energética, tanto en sus procesos como en los de sus aliados comerciales, esta medida puede implicar un aumento de interés
en la opción así como una mayor inversión que permita el desarrollo tecnológico para estos fines. Por último, como eslabón final de la cadena, los usuarios debemos de participar activamente en el proceso, eficientando el uso energético y responsabilizándonos sobre el mismo.
Como es evidente, la eficiencia energética es una solución que puede traernos grandes ventajas y que además puede funcionar como catalizador para otras soluciones todo con la finalidad de mejorar el futuro.