Por onceava ocasión durante el presente gobierno, se elevaron las tasas de interés de referencia que fija el Banco de México (Banxico) para pasar de 10.50% a 11%, lo que superó la expectativa del mercado que esperaba un aumento de un cuarto de punto. Con el objetivo claro y conciso de contribuir a frenar la inflación, la cuál en el mes de enero se ubicó en 7.91% a tasa anual, y que no muestra indicios de que vaya a iniciar una trayectoria descendente -aunque unos que no saben digan que ya va a bajar la inflación-.
De hecho, en la cuesta de enero la tasa de inflación de los alimentos y verduras se mantuvo en 14% en términos anuales. Asimismo la inflación subyacente mantuvo una tasas por arriba de 9%, por otro lado, en el caso de los energéticos, gracias al subsidio a las gasolinas, se mantiene una
tasa de inflación baja respecto al resto de los productos.
Nos va a seguir llegando capital financiero atraído por las altas tasas de interés. Lo cual va a contribuir a mantener un tipo de cambio por debajo de los 20 pesos, es decir, habrá una sobreoferta de dólares. Esto sucederá, no debido a las políticas gubernamentales, sino al
atractivo de las altas tasas de interés que pagarán los bonos mexicanos.
En esta ocasión, estamos satisfechos con las directrices de la Junta de Gobierno de Banxico, que mantiene una política monetaria restrictiva ad hoc a las circunstancias y que cumple su objetivo que es combatir la inflación y no generar empleo o contribuir al crecimiento económico (que no son de sus tareas). Estas últimas son responsabilidad de la política fiscal, que a pesar de que se requiere su solidez para mantener la estabilidad económica continúa dando tumbos.
En síntesis, los integrantes de la junta de gobierno de Banxico continuarán aumentando las tasas de referencia mientras lo haga la Reserva Federal de los Estados Unidos y mientras la economía estadounidense no logre bajar la inflación y recuperar el crecimiento económico.