El pasado 29 de mayo se hizo público el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (PRODESEN) por parte de la Secretaría de Energía para el período 2023-2037, el cual es el instrumento de Políticas Públicas del Gobierno de México que expone a detalle la planeación del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) para los próximos quince años, el cual está alineado al Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019-2024 y plasma los objetivos de la Política Energética de la actual administración federal.
Este programa incorpora, principalmente, los elementos más relevantes del Programa Indicativo para la Instalación y Retiro de Centrales Eléctricas (PIIRCE), de los Programas de Ampliación y Modernización de la Red Nacional de Transmisión (PAMRNT) y del Programa de las Redes Generales de Distribución (PAMRGD), así como define la infraestructura eléctrica a desarrollar en los próximos años.
A decir del mismo programa, la planeación del SEN se realiza con base a criterios claramente definidos para la instalación de nuevas Centrales Eléctricas para garantizar el suministro con suficiencia, eficiencia, calidad, confiabilidad, continuidad, seguridad y sustentabilidad. Añade también que la electricidad es de interés público, social y colectivo y el enfoque se debe centrar en el uso óptimo de nuestros recursos naturales y energéticos.
Este documento también destaca que la Política Energética del Gobierno de México también comprende el desarrollo de nuevas centrales eléctricas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), así como la rehabilitación, modernización y equipamiento de las hidroeléctricas de la CFE en operación, con el fin de lograr el máximo aprovechamiento de esta empresa del Estado y enfatiza que el programa contempla la recuperación de la capacidad de generación, transmisión, distribución y suministro eléctrico de la CFE, a fin de que sea esta empresa del Estado la que continúe sosteniendo al Sistema Eléctrico Nacional.
Es importante destacar que el Reporte de Avance de Energía Limpia señala que, en este año, con el incremento ordenado de la generación eléctrica con energías limpias y renovables, se cumple con los compromisos internacionales en materia ambiental “como lo ha venido logrando el actual gobierno año con año”, lo cual para muchos es debatible.
¿Cómo se lograron alcanzar las metas?
Debemos responder esta pregunta remitiéndonos al Acuerdo A/018/2023 publicado en el Diario Oficial de la Federación del pasado día 26 de mayo del año en curso con el que se modificaron los criterios de eficiencia y metodología de cálculo para determinar el porcentaje de energía libre de combustible establecidos en las resoluciones RES/003/2011, RES/206/2014, RES/291/2012 y RES/1838/2016.
Este documento fue aprobado por mayoría de votos por el órgano de gobierno de la Comisión Reguladora de Energía en una sesión celebrada apenas dos días antes de que fuera publicada. En el referido Acuerdo se re expresaron los criterios permitiendo contabilizar como limpia una proporción de la energía “libre de combustible” (la cual se define como la electricidad generada con el calor residual de un sistema que haya utilizado gas natural u otro combustible fósil) generada por centrales de ciclo combinado y cogeneración que antes de esta reformulación no hubiesen sido considerada como limpia. Debemos señalar que, a juicio de varias voces expertas en la materia, estos criterios no corresponden a las mejores prácticas internacionales.
El ejercicio aplicado con esta re-expresión a la energía generada en estas centrales en 2022 resultaron en una generación de casi 8.5 TWh de energía adicional calculada con la nueva metodología, la cual representa un 8.6% por encima de los 97.7 TWh de energía limpia generada realmente en el mismo período.
De no haberse contabilizado esta nueva energía limpia generada “artificialmente” por la nueva metodología, los 97.7 TWh realmente generados solo hubiesen arrojado una proporción de poco menos del 29% de la generación eléctrica en el país, lo que hubiese supuesto un incumplimiento a la meta del 30% establecida para este año en la Ley de Transición Energética.
Por lo pronto, el país puede “presumir” que, de octubre de 2021 al cierre del 2022, el porcentaje de generación de energía limpia registró un incremento de 5.7%, al pasar de 25.5% a 31.2%. Debemos apuntar que las metas para 2024 -como compromiso adquirido con la firma del Acuerdo de París en 2015 así como en la Ley de Transición Energética del 2014- apuntan a que el país debe de estar generando el 35% de energía producida proveniente de fuente limpia. Extrañamente el PRODESEN no expresa el porcentaje esperado para el próximo año, por lo que no podemos estimar que tan alejados podríamos estar para cumplir con esas obligaciones en ese año; mucho menos para los subsecuentes, debiendo considerar que el consumo de energía eléctrica anual podría mantener su tendencia de crecimiento de forma similar al del año pasado: 3.4%. Este valor fue superior incluso al escenario máximo que predecía el PRODESEN del 2022 para el año 2023, y si a eso le sumamos un potencial crecimiento adicional motivado por el reciente fenómeno del nearshoring, nos hace suponer que el impacto puede ser todavía mayor por la necesidad de energía limpia adicional que estas nuevas empresas podrían demandar.
¿Qué debemos esperar en el futuro?
El nuevo PRODESEN enlista, entre otros, una serie de proyectos en generación distribuida, materia nuclear e incluso de uso de hidrógeno verde que, por los tiempos que implican su implementación o las dificultades técnicas y regulatoria que podrían enfrentar, probablemente no estarán disponibles para cumplir con las metas establecidas, al menos en el corto plazo, y en el largo plazo, pues ya veremos.
Mientras no se aumente el límite de 500kW en proyectos de generación distribuida, aun y que se espera un aumento del 338% entre 2022 y 2038 con las reglas actuales, su participación en la canasta de generación seguirá siendo muy pequeña (<4% en 2038).
En materia nuclear, sólo se está considerando una adición de 150MW a la capacidad existente. No mueve la aguja tampoco.
El uso de hidrógeno verde todavía parece más lejano, y sólo advierte de una conversión de poco más de 1,000 MW en ciclos combinados que quemarían una mezcla de 70% de gas natural y 30% de hidrógeno verde.
De aquí surgen muchas dudas ya que no hay detalles de dónde van a sacar la energía limpia para hacer el proceso de electrólisis, mucho menos de donde van a obtener el agua necesaria. (En condiciones ideales se necesitan alrededor de 9 litros de agua por cada kilo de H₂ verde producido) y, a modo de referencia, se suele tomar un valor aproximado de alrededor de 50 a 60 kWh por cada kilogramo de H₂
verde producido.
Por el lado de la transmisión y distribución, el documento muestra evidencia de un rezago importante en el desarrollo de la infraestructura requerida concretando menos del 10% de la construcción de los proyectos señalados en versiones anteriores del PRODESEN. En los dos últimos años el crecimiento de las líneas de transmisión fue tan sólo de 188 km.
Comentarios finales.
A pesar de que se está “generando” energía limpia y se está “cumpliendo” con las metas, la realidad es que los grandes consumidores están experimentando una cada vez más evidente escasez de este producto debido a la falta de proyectos de generación que satisfagan las necesidades del mercado. Es recomendable que las empresas que están buscando este tipo de energía se muevan rápido.
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