El tiempo no para y no respeta las decisiones tomadas en el presente para el futuro.
El mundo está tomando decisiones rápidas, pero planeadas así los cambios estructurales desde índole de las nuevas interrelaciones comerciales, energéticas, y geopolíticas, que tendrán a partir del término o continuidad de la guerra bélica en Ucrania. Debido a que en corto plazo habrá una terminación de la beligerancia económica-energética que está aconteciendo, y donde habrá ganadores y perdedores.
En México, se continúa enviando por parte del Ejecutivo una serie de propuestas a cambios estructurarles, cuyo fin no está siendo entendido o no explicado de forma correcta el para qué. Debido a que la reforma que pretendía fuera aprobada, llevó un tiempo de discusiones, horas-hombre, papeles escritos, recursos, espacios por más de 6 meses (4,292 minutos) que México en su totalidad concentró en este hecho, y a lo cual hasta el momento no hay un plan energético de largo plazo.
Ahora estamos entrando a una espiral de urgencia del todo para el todo, sin comprender para qué aprobar, meter y pretender cambiar de acuerdo con un ideal particular, y no de consenso para el futuro del país.
¿Cuál es el motivo de correr? Acaso México tiene la suficiente condición para hacer carreras de 100 metros en menos de 10 segundos y adaptarse a las condiciones de los mercados internacionales. Tiene al caso un mercado interno bien estructurado que pueda competir para participar con otros países, a los cuales ha llevado un tiempo tener la técnica, constancia, disciplina, conocimiento y entrenamiento para poder participar en las olimpiadas mundiales energéticas.
Todos nosotros hemos olvidado que antes del 2013, el todo era realizado por las empresas productivas del Estado. Las cuales fueron utilizadas para poder tener acceso a recursos financieros para el presupuesto al hostigar y estresar de la entrega de dinero por medio de los derechos e impuestos, imponiendo como prioridad a como diera lugar a esta forma concebida. El mercado donde las empresas ya no tienen que presentar propuestas a licitaciones abiertas en las empresas productivas del Estado tiene no más de siete años, y de ellos efectivos solo han sido cinco debido a que dos han sido una parálisis de inversiones a partir del 2020.
Paremos y démonos un respiro. Porque el fin no justifica los medios, sin saber el rumbo correcto que deberá llevar a cabo el país. Recordemos que una administración no es solo el momento que está, sino la trascendencia que originará a la siguiente. La pregunta es si estamos planeando facilitar a cada una que la precede de otra, en permitir que el país tenga un crecimiento sostenido o simplemente, estamos como la cubeta de los cangrejos.
El precio del gas natural está incrementando, y sosteniendo un valor por arriba de los 7 dólares por MMbtu, esto a un dólar por arriba del promedio observado al cierre del 2021. El tiempo no perdona y hemos perdido el tiempo. Es necesario coordinar y plantear una estrategia en común para la sociedad, y no para los intereses particulares ideológicos del momentum.
Ahora está la discusión del litio creando una nueva empresa del Estado, sin importar su aprobación o no. La realidad no está comprendida en su totalidad la forma del negocio de este mineral. El Litio es un negocio de bien universal, y no de un mercado cerrado. Este mineral impregnado en el subsuelo no es la fuente o el cuerno de la abundancia, es su transformación a derivados como el carbonato o hidróxido de litio.
El litio es un mineral que comúnmente no es utilizado de manera pura por la industria.
La comercializan en el mundo empieza por la extracción de un conjunto de minerales, en donde está presente el Litio, y por medio de procesos fisicoquímicos controlados con plantas de refinación del producto son obtenidos, y el objetivo, es incrementar el valor comercial dependiendo de la utilización final.
El litio se produce actualmente a partir de dos tipos principales de depósitos diferentes: Salmueras y roca dura. La extracción y obtención de los productos, no es simplemente tener un pico, pala o una linterna. Requiere de avances para disminuir los riesgos a los individuos que están laborando, y al mismo tiempo cuidar el entorno, debido a que esta es una actividad que toma de la naturaleza y no es renovable.
En México no existe una mina que esté en fase de explotación, solo hay en piloto (inicio estudios en 2010), y el resto está en exploración-evaluación por ciertas manifestaciones observadas, a las cuales deberán invertir para poder certificar las reservas. La mina que tiene un estudio de factibilidad es de la empresa Bacarona. El tipo de formación a donde se encuentra este mineral, es en sedimentos con arcilla, y en el mundo todas las de este tipo están en fase de investigación.
Vale la pena nacionalizar a un mineral que hasta el momento no conocemos.
El éxito de la nueva empresa dependerá de contar con un presupuesto propio e independiente, y al ser una empresa estatal para tener acceso a tecnología, deberá licitar en forma pública, pudiendo incrementar los tiempos para poner a explotar la mina; ante los cambios de demanda tan abruptos del mercado de litio, que se esperan en el mediano a largo plazo, por el incremento en la demanda para su uso de baterías de carros eléctricos ¿Estaremos en tiempo? En la propuesta enviada por el ejecutivo de la ley minera, indica la SHCP, no afectará el presupuestó. Pero alguien dentro de los dineros que cada año son etiquetados, alguien dejaría de tener sus recursos. ¿Serán los estados o desarrollo económico? Porque la parte social no creo que reduzcan programas o habrá rondas de litio, a donde empresas privadas puedan participar en una exploración-producción compartida.
Reformas, nuevas empresas, cambios estructurales, todo esto es tiempo que se emplea para consensuar, votar o definir el cómo. Pero en la realidad no tenemos un plan definido de largo plazo, y esto traerá consecuencias.
¿Por qué correr?
¿México tendrá el tiempo para estar a tiempo dentro del mundo?