Durante el presente año la inflación a nivel mundial está tomando un vuelo impresionante. Esperemos no volver a los periodos hiperinflacionarios de finales de los ochenta en que la inflación en algunos países superó el 5,000%, y en México en 1987 se registró una inflación de 159.2%, lo cuál llevó a firmar el Pacto para la Estabilidad Económica el 15 de diciembre de 1987 y comenzar con un sufrido y tortuoso proceso desinflacionario.
No queremos volver a vivir esta historia, pero las amenazas recientes parecen introducirnos a un mar de incertidumbre. El Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), reportado por INEGI registró un incremento de 7.45% en marzo de 2022 con respecto a marzo de 2021. El incremento de precios más grande desde hace 21 años.
Cabe destacar que el rubro de alimentos observó un aumento anual de 10.31%, mientras que otras mercancías no alimenticias se incrementaron 7.24%. El índice no subyacente, que incluye las mercancías cuyos precios tienen mayor volatilidad, aumentó a marzo de 2022, a tasa anual de 9.8%. En este rubro destacaron la tortilla, el aguacate, el chayote, la cebolla y la mayoría de los hortícolas. En el caso de la tortilla, se prevé que los precios sigan aumentando de manera acelerada y que probablemente pueda llegar en un par de meses a 30 pesos el kilo. Lo cuál se explica por el aumento de los insumos para elaborar este producto, por lo que parece inevitable que aumenten sus costos.
En este sentido es importante señalar que el Índice Nacional de Precios al Productor aumentó a marzo de 2022, a tasa anual de 10.36%, lo cuál ya supera los dos dígitos. Este índice incluye todos los insumos que utilizan las industrias intersectorialmente e intrasectorialmente, por lo cual, en pronto tiempo, aumentará la mayoría de los precios de los productos. Lo que significa una inflación de costos que ya no puede ser retenida, tratar de retenerla con un control de precios sería peligroso y explosivo.
En síntesis, el proceso inflacionario en el mundo y en México parece inevitable y difícil de frenar, en virtud de la guerra Rusia – Ucrania; del alto costo de los energéticos; y del reciente aumento de los precios de los commodities. Por lo tanto, habrá que implementar programas de estabilización de precios que impidan que los procesos lleguen a ser hiperinflacionarios.