Ante mayores exigencias de los entes reguladores y los inversionistas en temas ambientales, muchas empresas mineras en el mundo han anunciado públicamente objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a mediano plazo, haciendo eco de las metas de reducción de emisiones planteada por la ONU para el 2030, y se proponen lograr el objetivo final de neutralidad de carbono para 2050.
Estos planes globales de reducción de emisiones han sido anunciados tanto las grandes mineras, como BHP y Newmont (ambas con operaciones en México), así como por las de mediana capitalización. Entre estas destaca el caso de Gold Fields que anunció que utilizará un 20 por ciento de energía renovable (ER) en todos los nuevos sitios mineros.
Sobre la base de compromisos e información disponible públicamente, los objetivos más comunes se centran en una reducción de las emisiones de GEI en un tercio. En este marco la integración de energías renovables en su combinación de adquisiciones será la clave para lograr sus ambiciosos objetivos de reducción de GEI a mediano plazo.
En el contexto de México, la Cámara Minera (Camimex) publicó recientemente en su Informe de Sustentabilidad 2021, que el consumo de energías limpias entre las empresas asociadas aumentó de 14% a un 31% tan sólo de 2019 a 2020. Las empresas integrantes de la cámara suman aproximadamente 90% del valor de la producción minera del país.
Desde una perspectiva legal, esta tendencia es impulsada por la posibilidad de que se fijen precios para el carbono en las jurisdicciones donde se poseen y operan las minas, lo que ha llevado a las compañías a establecer valores de CO2 internos, para proyectar los costos asociados al uso de fuentes de energía tradicionales y su repercusión en inversiones futuras de capital.
En México, son ya 37 las unidades mineras que producen y consumen energía eléctrica proveniente de fuentes limpias, 14 más que el año anterior.
Asimismo, en muchos países la energía renovable es más económica que la energía basada en combustibles fósiles, además que es fácilmente almacenable en baterías de última tecnología, lo que ha aumentado la confianza del sector en esta alternativa y ha impulsado su implementación en empresas mineras de todo el planeta. Es por ello que en México, son ya 37 las unidades mineras que producen y consumen energía eléctrica proveniente de fuentes limpias, 14 más que el año anterior.
Una opción que está ganando terreno en el sector para transitar hacia la energía limpia es la utilización de sistemas híbridos. En el caso de las minas que cuentan con infraestructura de energía a carbón, se ha acondicionado el sistema para emplear gas natural, un combustible más limpio, y con el tiempo es posible integrar sistemas para generar energía renovable escalable.
Por otra parte, muchas iniciativas para implementar energía limpia en el sector son interrumpidas por la imposibilidad de salir de acuerdos firmados para el largo plazo con proveedores de energía a base de carbón. En este sentido, es importante reconocer que no todas las empresas pueden transicionar al mismo ritmo o siguiendo la misma estrategia.
“La descarbonización de una empresa minera requiere tener en cuenta su tamaño, requisitos energéticos, ciclo de vida, fuentes de energía, conectividad y perfil de emisiones. Así como sus influencias económicas, el precio de los productos básicos, capacidad de inversión teniendo en cuenta la infraestructura disponible, las relaciones con la comunidad e incluso el apetito de innovación del liderazgo de la empresa“, explicó Oscar Falcon, vicepresidente sénior y director ejecutivo de Black & Veatch para Latinoamérica.