Hace un par de años México fue el país con la energía proporcionalmente más barata y limpia, en América; hoy en día ya no lo es. Una serie de decisiones políticas en sentido contrario, así como un escueto apoyo al desarrollo tecnológico del país; han ocasionado que México, uno de los países más privilegiados del mundo en cuestiones geográficas, territoriales y climáticas que benefician los distintos tipos de energía renovable, se aleje de la misión común de la mitigación del cambio climático.
Hablemos un poco del potencial de desarrollo para energías renovables en México:
-El 100 % del territorio mexicano se encuentra dentro del cinturón solar, por lo que recibe una radiación 5 veces mayor a la de Alemania (país puntero en el uso de energía fotovoltaica— cuya materia prima es la radiación solar—).
-El caso de la energía eólica —generada por medio del viento— en México, es parecido al solar puesto que, México también recibe uno de los índices ventosos más altos a nivel mundial.
En tercer lugar, la energía geotérmica que al igual que en otros tipos de energía renovable, México cuenta con un gran potencial de esta energía, posicionándolo en el 4to lugar a nivel mundial; pese a que en estas fechas, la generación de la misma sólo abarca el 2% de la generación total nacional.
A pesar de contar con una gran cantidad de recursos para el desarrollo de la energía renovable, hasta ahora se ha demostrado un crecimiento lento en cuestiones de materia ambiental y es que México a diferencia de países punteros en la transición energética, dista de acciones contundentes que promuevan el desarrollo tecnológico y el uso de estas energías. De esto podemos retomar que en común estos países punteros tienen legislaciones que promueven la energía sustentable, así como actitudes integrales entre distintos sectores que facilitan el desarrollo de dichas energías.
Previo al marco político que incluía a la Reforma Energética, era imposible vislumbrar un futuro para las energías renovables, a falta de inversión el desarrollo tecnológico de las mismas era poco; por lo que el establecimiento de políticas ambientales que permitió la competencia entre distintos tipos de energía, así como la inversión al desarrollo, fue un gran paso dado por la administración anterior a la actual; en esta reforma se implementaron las subastas energéticas que evidenciaron una energía renovable muy competitiva en comparación a su versión fósil.
Ahora bien, se entiende que la incertidumbre que rodea a las energías renovables —en especial en términos de su obtención intermitente— es todavía bastante en comparación con lo que se sabe de la energía fósil, pero no hay que olvidar que esto depende en gran manera, de la que la infraestructura de transmisión energética que hasta hoy es carente y acomodada en su gran mayoría a energía de tipo fósil y su actualización y gestión siguen siendo un proceso de tipo público a cargo de una única empresa (CFE); haciendo la transferencia energética, una meta difícil de alcanzar.
Por último el reto más importante es el de impulsar y promover la transición energética como un beneficio socioeconómico para la población; no hay que olvidar que el gobierno tiene subsidiada la energía por altas sumas, lo que significa que parte de nuestros impuestos se dirigen a ese fin. Es sólo justo que alrededor de esta energía que compramos exista una competencia justa que resulte en el mejor precio para nosotros como consumidores.
En los últimos años hemos escuchado y visto a la administración actual defender el petróleo y la electricidad generada por combustibles fósiles, eliminando las subastas, omitiendo información sobre la generación energética, entorpeciendo la competencia del mercado y dando un sin fin de excusas que no son válidas, y esto sólo ha retrasado un camino que ya por si solo era lento e ineficiente. Con esto quiero evidenciar que México no sólo es un país petrolero y ni esto, ni el nacionalismo de industrias que no han sabido acomodarse al cambio, son razones suficientes para alejarnos de un futuro más limpio que nos pertenece. Sé que parece un cambio apantallante, que al momento requiere de inversión y modificaciones en nuestro actual sistema, sin embargo todos los progresos vienen con cambios y es imperante que tomemos cartas en el asunto y nos encarguemos de exigir y promover un mejor futuro.