Nuestro sistema económico actual mide el crecimiento por medio del Producto Interno Bruto (PIB) convirtiéndolo en la medida absoluta y sin límites; esta medida promueve que las economías más ricas que nunca, consideren que aún queda espacio para una expansión ilimitada a costos naturales y sociales sin precedentes; así es como, el aumento de esta medida está directamente ligado a el incremento de gases de efecto invernadero y de desigualdad social. ¿Entonces cómo puede ser esta la medida de crecimiento de un país?
Lo que conocemos actualmente como el sistema económico, basa su éxito en una medida que representa únicamente los conjuntos de bienes y servicios producidos en un país, sin importar quien los produce y quien los obtiene, tampoco de donde salen y qué recursos se utilizan para ello. Por esta razón, en nombre del crecimiento el hombre ha olvidado el verdadero costo de generar y producir.
Se ha demostrado que el crecimiento verde, para muchos significa disminuir sus emisiones moviendo sus grandes industrias a otros países, de manera que en su región se disminuye la cantidad de GEI, pero se incrementan las emisiones de otros lugares —en especial aquellas del sur global— y así la nación, asegura un incremento en producción y una disminución de GEI; pero de esta manera no se ha logrado nada de lo necesario, pues en cuestiones globales los GEI siguen incrementando. Sucede algo muy parecido con la pobreza mundial, se nos promete que una nación con un buen índice de crecimiento es una nación con menor pobreza, sin embargo el PIB no considera cómo ni quiénes utilizan las riquezas generadas por el crecimiento, razón por la cual actualmente la brecha de desigualdad económica es más grande que nunca.
Si bien la riqueza de un país se mide en cuánto producen, es necesario consumir toda esa producción; por esta razón la sociedad actual se ha convertido en consumista de productos finales. Este consumismo también impacta en el consumismo de materias primas y energía; así es que, para poder vislumbrar un futuro en el que los recursos naturales no están en riesgo, es importante modificar esta manera desaforada de consumo. Es cierto que el sistema podría no soportar el cambio, pero por ello, esta resulta como una oportunidad valiosa para sustituir dicho sistema que ha resultado en numerosas crisis humanitarias.
Es muy claro que esta dinámica de crecimiento, sin límites y sin consideración de otras variables más que la económica ya no encaja en las necesidades de un planeta devastado en cuestiones de recursos ambientales y sociales, además de que beneficia a sólo una pequeña parte de la población. Desde hace un tiempo se hizo evidente que el crecimiento, contrario a lo que el sistema capitalista promueve, sí tiene límites, límites de los que ya estamos muy cerca. Así es que, creo que es momento de cambiar el sistema heredado y degenerativo que nos rige, para sustituirlo por una regenerativo, inclusivo y circular; al fin y al cabo, el sistema pasado fue creado por la humanidad, por esta razón somos nosotros quienes tenemos la capacidad de sustituirlo por uno más justo.