En este tiempo de guerra que beneficia a muy pocos, parece iluso querer señalar al medio ambiente entre tantos afectados injustificadamente, sin embargo, es necesario que las atrocidades humanas se nombre por todas sus consecuencias, sólo de esta manera, podremos reconocer cada acción por lo que es y por lo que suma contra lo que resta.
Las guerras además de ser eventos plagados de heridos, muertos y destrucción, también implican un problema medioambiental casi irreversible; ya que en tiempos de guerra la naturaleza sufre una degradación acelerada. La ocupación de un territorio por manos de un ejército usualmente genera contaminación del agua, deforestación y contaminación del aire.
En conflictos pasados se han denunciado técnicas como el hundimiento de armas, que consiste en aventar al mar, todas aquellas armas que ya no se utilizarían para evitar que el contrincante las tome. Esta técnica utilizada en las dos guerras mundiales se considera uno de los daños más graves al ecosistema marino del Norte y Baltico, donde se estima hay alrededor de millón y medio de municiones hundidas. Otro caso remarcable es el de Vietnam, en donde se desarrolló un plan de fumigación masivo para eliminar la cubierta forestal utilizada por la resistencia vietnamita, dejando afectadas 10000 de hectáreas de bosque y cerca de 150000 de manglares.
A pesar de que en el Convenio de Ginebra, se prohíbe totalmente todo aquello que pueda causar daños extremos, duraderos y graves al medioambiente, este convenio no ha sido respetado en los conflictos contemporáneos, que han aprovechado los bosques, montañas y manglares como escondites y bases de operación para guerrillas, convirtiéndolos en espacios de conflicto y destrucción.
Cabe mencionar que el daño al medioambiente no sólo es un daño colateral de la guerra, sino que según el Programa de Medio Ambiente de la ONU, un aproximado del 40% de las guerras está relacionada a la explotación de recursos naturales y se calcula que en los últimos años los conflictos armados han tomado parte en un buen porcentaje de puntos de biodiversidad.
Evidentemente, la causa de los conflictos armados es la destrucción, trayendo consecuencias sociales y ambientales muy graves y pocas veces remediables. Así se hace evidente que la convivencia del ser humano con la naturaleza es violenta y de poco respeto, situación que más temprano que tarde cobrará factura.