La independencia de un país ha sido y fue un término utilizado por muchos países y que ha supuesto cambios estructurales, sociales, políticos y financieros, y ahora en este siglo XXI en la parte energética. A este término refiere a la libertad o autonomía alcanzada, especialmente por un estado u otra agrupación territorial, que deja de ser tributaria o dependiente de otro.
Sin embargo, la verdad es que muchos países en la actualidad no son independientes en su realidad, solo siéndolo en forma ante el mundo en papel, y por una fecha.
La independencia energética era un término poco utilizado en la cotidianeidad en el siglo pasado, y ahora está teniendo un resurgimiento prioritario como hemos visto en países de la comunidad europea ante el dejar de comprar a otros países ciertas materias primas o derivados de los combustibles fósiles para poder generar su energía ante la falta de energía primaria.
Existen muchas definiciones del término de independencia energética, pero refiere en general en que un país tenga la capacidad para producir toda la energía que necesita, y no depender de importaciones del exterior, ya sea de combustibles fósiles, electricidad o cualquier energía primaria.
La forma más efectiva de tener conocimiento de que un país es tan autónomo, dependerá del índice de independencia energética; y cuyo valor utilizado a nivel internacional, y mide de manera general, el grado en el que un país puede cubrir su consumo de energía por su producción durante un período de tiempo.
Si el índice calculado, es superior a uno, el país se considera autosuficiente energéticamente. La forma de obtenerlo, consiste en dividir la producción de energía primaria entre el consumo total energético del mismo período. Por lo cual, al estar en función del consumo y de la producción de energía, es susceptible a los incrementos y decrementos que presenten ambas variables en un período de tiempo, y al crecimiento económico de un país.
A según datos del balance de energía de la SENER, indica que México al cierre de 2022, presentó un índice de independencia energética equivalente a 0.71, manifestando que la producción nacional de energía primaria cubrió el 71.29 % del consumo energético, presentando un déficit del 28.71 % de energía demandada dentro del territorio nacional que fue cubierta con importaciones. Para el año 2022, el índice de independencia energética creció un 4.84 % respecto al presentado en el 2021, al pasar de 0.68 a 0.71.
México, al no ser autosuficiente energético, es muy probable que la independencia se aleje del uno en el corto plazo, ante una mayor demanda de energías primarias transformadas en combustibles fósiles para el transporte, y la generación de la electricidad.
Por qué afirmamos esto, porque en México predominan las actividades relacionadas con la extracción y producción de energías primarias, dejando de lado la producción de energía secundaria, para la cual es necesario contar con un sistema de transformación más amplio (Refinerías, fraccionadora, plantas de tratamiento de gas, centrales eléctricas y petroquímicas).
México es autosuficiente en energía primaria, pero deficitario en la producción de energía secundaria.
La próxima administración del país deberá el considerar, si las empresas productivas del estado (PEMEX y CFE), y que pasarán a ser estatales; y la nueva forma de normar el mercado energético, ante la posibilidad de eliminar órganos reguladores; no pondrían en duda en poder llegar a estar con un índice arriba del 1. Ahora que ha aumentado el consumo de energía, y ante un presupuesto contraído para ambas empresas, tasa de interés altas comparadas con hace un lustro, y los servicios, productos y materiales han incrementado por la inflación, y que no ha cedido en el mundo.
A según datos de la Secretaría de Energía (SENER), en el 2022, el consumo de energía en México superó en un 40.28 % a la producción de energía primaria. Esta tendencia fue por la falta de inversiones directas extranjeras, en el sector de generación de electricidad, y esto podría incrementar en un mayor porcentaje, debido a que más del 60 % producido de la luz, utiliza gas natural, y este proviene en gran medida de importaciones de nuestro socio comercial por las diferentes interconexiones; a lo largo y ancho de la frontera. Adicionalmente, debe dejar en claro que no se logrará una independencia respecto a los combustibles que son importados como la gasolina, diésel y turbosina; por no tener la certeza en las refinerías que operen con una eficiencia por arriba del 75 %, una refinaría Olmeca que solo cubrirá una parte del mercado, y la confirmación en el último informe de gobierno que Deer Park, envía una cierta cantidad de combustibles y que solo cubren entre el 2 a un 5 % del total de la demanda diaria.
Cómo hemos llegado a esto a estar por debajo del uno en el índice de independencia, a según el balance energético de la SENER, dice que:
- 2012 a 2018, presentó una tasa media de crecimiento anual de un – 3.27 %, esto se debió a que la producción de energía primaria decreció a un ritmo de 3.16 % anual, mientras que el consumo creció a 0.11 % anual.
- 2018 a 2020, el índice de independencia energética creció a un ritmo de 1.78 % anual, debido a que en este período la producción de energía primaria creció a un ritmo de 0.14 % anual, y el consumo, decreció a un ritmo de un 1.62 %. Pandemia del COVID-19.
- 2020 a 2022, son considerados años atípicos debido a los sucesos internacionales que se presentaron, la pandemia por COVID-19 y el conflicto Rusia-Ucrania. Sin embargo, en el mismo período la producción de energía primaria tuvo un crecimiento de 3.25 % anual, pero el consumo de energía creció a una tasa más acelerada de 10.21 % anual.
Es decir, la demanda del consumo de energía aumentando, y la pregunta cómo poder cubrir al todo, si no hay inversión pública suficiente, y la privada está contraída, y a la espera de los cambios que puedan ocurrir en los próximos meses en las políticas públicas.
Debido a que el índice de independencia energética liga la producción de energía primaria con el consumo final, sin considerar la producción de energía secundaria en los centros de transformación, y la desagregación del consumo final por energéticos, es fundamental considerar el incremento en la producción de energía primaria y secundaria en el corto plazo.
México invierte entre 55 a 60 mil millones de dólares en el sector energía en forma anualizada, a donde el 90 % es público, y solo el 10 % privado. Este porcentaje puede cambiar, incrementando más el gasto del erario al sector energético, pero dependerá cuanto presupuesto es asignado a las empresas del estado, y en donde la política energética, indica a dónde deben de ir estas en el sector energético, dejando a un lado a la vocación en cómo fueron creadas, volviéndolas en unas todólogas.
Para ser independientes energéticos, requiere mejor invertir, en su totalidad a partir del 2026 en forma anual, entre 90 a 120 mil millones de dólares (privado-público), y la pregunta; ¿para hacer esto, el gobierno deberá aumentar el déficit presupuestal, y, por lo tanto, la deuda pública? Es decir, los riesgos financieros deben ser asumidos por la nación, o mejor compartir con el mercado por medio de privados.
La realidad nunca seremos independientes energéticos ante la falta de un peculio seguro, y políticas públicas que no den certidumbre jurídica, financiera, social y económica.