Idally Pedroza
Grupo Mictlán
La llegada de Donald Trump por segunda ocasión a la casa blanca y su característica manera de gestionar su mandato ha expuesto la hegemonía que EE. UU. tiene sobre México y Latam. Desde el primer día, se percibe la presión no solo de quienes están a cargo de la ejecución de los decretos firmados por él, sino también, de quienes tendrán que decidir de inmediato bajo las consecuencias de dichas decisiones que son de interés para locales y externos.
La promesa de proteccionismo que Donald Trump promovió en su campaña surtió efecto cuando fueron apoyadas por sus simpatizantes para hacerlo llegar nuevamente a la presidencia, frases como: “Las guerras comerciales no son tan malas cuando estamos por detrás de todos los países en términos de balanza comercial”, puede hacer sentido para cualquiera que entiende cómo se ha desenvuelto el comercio internacional en la última década. Desde 2008 se presentó una desaceleración inusual afectando a bienes y servicios que ha derivado en una elevada tasa de desempleo en gran parte del mundo. Es por ello, que muchos países optaron por implementar medidas más proteccionistas que incluyen aranceles, las subvenciones del gobierno a las industrias nacionales y la legislación “antidumping”, que consiste en evitar que un proveedor extranjero venda a precios inferiores a los que aplica en su propio país.
COVID-2019 y otros reveces que ha recibido la economía global ha contribuido a la transformación del comercio exterior y de este modo, buscar opciones para eficientar las cadenas de suministro globales. La integración de tecnología y desarrollo de nueva infraestructura permitirá la optimización de nuevos procesos que cada vez son más complejos, y materializar la solución a un mayor dinamismo de la economía.
En ese sentido, México en la industria energética ha tenido un crecimiento muy pausado, por lo que hoy los planteamientos de las nuevas políticas energéticas de EE. UU. nos hacen cuestionarnos ¿cómo se verá afectada la demanda nacional, si dependemos de más del 90% de la importación de hidrocarburos para la generación de energía? Según un estudio realizado por CONACYT, desde el año 2016 el volumen de importación de gas natural ha rebasado el volumen de producción a nivel nacional, convirtiendo a México en un importador neto de este hidrocarburo. Desde entonces, México se convirtió en el octavo país mayor importador de gas natural en el mundo, de los cuales, al menos en 2021 el 99.3% provino de EE. UU.
Los expertos exponen que, necesitamos cambiar la estrategia de desarrollo, hoy más que una desventaja, se tendría la posibilidad de desarrollar, una política económica para crecer hacia el mercado interno y disminuir las importaciones en la medida de lo posible. Según en IMCO, la demanda energética del país de 2022 a 2023 creció 3.5%, mientras que la capacidad de generación incrementó 0.6%. Para revertir esta situación derivado del incremento en la demanda, se tiene que expandir la capacidad de generación y modernizar las redes eléctricas a través de una regulación clara que permita apertura y disponibilidad para que la iniciativa público-privada participe en conjunto (regulación secundaria e la LIE prevista para el próximo 21 de marzo)
También, en este año se prevé la revisión del T-MEC, un tema que amerita atención del país, ¿Qué ventajas hemos sabido aprovechar de los tratados internacionales? ¿Cuál ha sido el aprendizaje para México? Recordemos que un tratado internacional, entre otras cosas, implica comprometerse a dar trato similar a la inversión extranjera, siendo que, en la mayoría de los casos, ésta cuenta con mejores condiciones financieras, tecnológicas y estrategias de mercado desde las nacionales de origen.
Si la Ley de Transición Energética (LTE) plantea generar 35% de su electricidad a partir de fuentes limpias, lo que implica; fomentar la inversión pública y privada en capacidad de generación eléctrica, ampliar y modernizar las redes eléctricas para poder incorporar energías renovables de forma acelerada, aprovechar todas las fuentes de financiamiento para expandir y modernizar las líneas de transmisión y distribución, entonces, es simple entender que no solo hemos fallado en la negociación y ejecución, sino en la implementación de todos los recursos disponibles para verdaderamente diversificar la matriz energética y depender menos del vecino del Norte. Considerando que México ya cuenta con su propia taxonomía cuya clasificación permite identificar actividades económicas, para orientar inversiones con impacto positivo en el medio ambiente y social, no podemos frenar el ímpetu de la iniciativa pública y privada en estos esfuerzos y tampoco podemos ignorar la gran capacidad del país para generar energía a través de otras fuentes como la solar, eólica, mareomotriz, nuclear, etc.
EE.UU., principalmente en la administración actual, busca imponer a nivel mundial el no manejo de la política cambiaria como instrumento competitivo, lo cual atenta sobre el manejo de la política económica de los socios comerciales. Se requiere de audacia en la revisión del T-MEC debido a que el “Nearshoring” ha sido aprovechado para importar insumos baratos de China y el resto de Asia para reducir costos, así como utilizar la mano de obra barata en México y las ventajas de su localización, para de aquí, exportar a Estados Unidos y al resto del mundo. ¿En qué deberíamos preocuparnos realmente? La diferencia es que EE. UU. no tiene problemas financieros, aunque se endeuda, tiene control de su moneda, puede refinanciarse permanentemente y el resto del mundo adquiere deuda de dicho país. Al incrementar la inversión para explotar el petróleo y gas natural, originará efectos positivos sobre la productividad local, lo que evitará presiones sobre los precios y en consecuencia un ajuste sobre los precios de las exportaciones a México.
Otro aspecto característico de la administración actual de EE. UU. es que no encaja con la crisis ambiental y esto supone, otra ventaja para México en el mercado global. Según la OMC, México es el séptimo país con más tratados internacionales en el mundo, entre los que destaca su colaboración con países como Alemania, Francia, el Reino Unido y China para colaborar en temas de desarrollo de energías limpias y reducción de emisiones. Y no menos importante son los tratados con Chile, Colombia, Perú y el MERCOSUR. Estos acuerdos no solo fomentan el comercio, sino también la cooperación entre gobiernos para ofrecer condiciones de rentabilidad y de mercado para estimular la inversión y negociaciones en torno al impulso de las energías limpias, reducción de emisiones y financiamiento climático, lo que sitúa al país como un referente para negociar con otros países que no sean sujetos a las imposiciones arancelarias de EE. UU.
El T-MEC en su capítulo 24 tiene disposiciones que permite a las partes establecer puntos de acuerdo para la prevención, control y protección del medio ambiente. Independientemente de las decisiones que tome EE. UU., México tiene un compromiso global con el resto de los países que ratificaron el Acuerdo de París. La tendencia era que México tenía que alinearse a las regulaciones y estándares que exigía EE. UU., ahora podría propiciar que las instituciones se relajen al respecto. Sin embargo, México no solo debe preocuparse por el Norte, puesto que China también liderea el mercado sostenible y entre algunos otros países a los cuales ha intentado alinearse a través de promover la diplomacia climática con regiones como Europa y América Latina.
Los recientes acontecimientos en el mandato de EE. UU. han generado incertidumbre, pero en momentos de cambio, la anticipación y la estrategia son clave. Para Grupo Mictlán, nuestra experiencia en mercados globales y en la superación de los retos que conlleva operar en países con políticas muy distintas a las de México nos ha permitido desarrollar un enfoque estructurado y resiliente. Gracias a nuestra capacidad de análisis de escenarios y nuestra apuesta por alianzas estratégicas, seguimos fortaleciendo nuestra posición como un socio confiable para empresas locales y extranjeras que buscan adaptarse a los desafíos del sector energético.
El panorama actual presenta una oportunidad única para México de fortalecer su industria y fomentar nuevas colaboraciones con el sector privado. Con su posición estratégica y su potencial en el desarrollo energético, el país tiene la capacidad de atraer inversión, impulsar la innovación y diversificar sus alianzas comerciales.
Grupo Mictlán se posiciona como un socio clave para empresas que buscan expandir su presencia en Norteamérica y LATAM, ya sea estableciendo o fortaleciendo su base operativa en territorio nacional. Brindamos soluciones estratégicas y técnicas que facilitan la integración en estos mercados. Para aprovechar estas oportunidades, es fundamental que México actúe con visión y dinamismo, creando un entorno propicio que fomente una mayor participación del sector privado y potencie su desarrollo a nivel global.
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Autora: Idally Pedroza, con más de 10 años de experiencia en diferentes industrias, ha participado en iniciativas clave, en la promoción de estrategias de adquisición de energía incluyendo la promoción de la medición de emisiones de carbono y la implementación de estrategias de eficiencia energética, desempeño y reproteo de sostenibilidad bajo marcos y estándares internaciones y criterios ESG.