Rafael Vasquez | Regional Vice President, Value Services de Coupa
Arrancamos un nuevo año. Las perspectivas económicas de los expertos anticipan -a nivel global- un periodo moderado de recuperación que tendrá, a su vez, grandes desafíos como los altos índices de inflación y la subsecuente subida de precios.
Por si esto fuera poco, también se presenta la tarea, para el sector público y el rubro farmacéutico (con sus cadenas de distribución) de cubrir el abasto de vacunas y suministro médico contra el coronavirus.
Este es un tema que, sin duda, complica el inicio de 2022. Para el caso de Latinoamérica, en cada vez más países (como México), ya arrancó la programación de dosis de refuerzo contra el Covid-19. Esta tarea resulta sumamente complicada si tomamos en cuenta que, como una consecuencia directa de la pandemia, el abasto y transporte de varios insumos y mercancías se ha alentado o, incluso, detenido totalmente.
Actualmente existen nueve vacunas contra el coronavirus autorizadas para su aplicación en el mundo, al mismo tiempo que otras 111 se estudian en laboratorios. De hecho, ya se han suministrado -aproximadamente- 8 mil 100 millones de inoculantes desarrolladas por empresas farmacéuticas de Alemania, Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido e India.
Esta es una cifra que revela que, el tema de la producción, es algo ya normalizado. Y es que con el rápido avance de la investigación médica que se hizo se pudo contar con vacunas en un tiempo récord; luego de autorizar su distribución, por parte de los distintos gobiernos, las farmacéuticas comenzaron a fabricar los medicamentos para cubrir la enorme demanda global.
Sin embargo, la distribución no ha alcanzado el mismo éxito. Al cierre de 2021, cerca del 54% de la población mundial ha recibido -al menos- una dosis de vacuna anticovid; pero, en países con altos índices de pobreza extrema, esta proporción es de sólo el 5.6%. Ahora, con la variante Ómicron amenazando los sistemas de salud de los cinco continentes, la necesidad de distribución de estos medicamentos es apremiante.
¿Podemos, entonces, considerar que están listas las cadenas para esta tarea?
Los primeros pasos
Para hacer este análisis hay que considerar que, a diferencia del inicio de la pandemia, hoy se cuenta con una enorme ventaja: existe, de una forma organizada y estandarizada, la producción de vacunas que permite que hoy se tenga abasto para atender la mayor parte de la demanda de los distintos territorios. Entre ellos, por supuesto, está Latinoamérica.
Sin embargo, el problema está en cómo llevar el medicamento a tiempo y con las condiciones de transporte necesarias, dentro de la cadena en frío, a fin de mantener su estándar de calidad para su aplicación. Para ello es importante establecer la resiliencia como una característica fundamental, no sólo para mantener una operación adecuada, sino también, para estar preparado para lo inesperado.
Es aquí donde entra la tecnología. Cuando una cadena de suministro está diseñada para adaptarse y evolucionar, está preparada también para realizar cambios, optimizar su operación, simular probables escenarios y acelerar el tiempo entre la toma de decisiones y su ejecución.
De hecho, muchas empresas están haciendo de la resiliencia una parte fundamental de la continuidad del negocio; y la industria farmacéutica no es la excepción. Con los nuevos recursos digitales y la práctica del diseño continuo, las compañías de éste y otros sectores han reducido el riesgo, mejorar su adaptabilidad y convertir los desafíos en una ventaja competitiva.
¿Y las vacunas?
Frente a estos dos escenarios (el de la demanda de vacunas y el de la mayor resiliencia de las cadenas de suministro) lo más lógico es pensar que, para garantizar el abasto del siguiente refuerzo de inoculaciones, toca establecer a la tecnología como el factor que facilitará este proceso. Y para hacerlo no basta con adaptar más recursos; hace falta, también, un cambio de pensamiento.
Porque no sólo significa impulsar el uso de tecnología de este rubro (como la Inteligencia Artificial [IA], el gemelo digital o el análisis de escenarios), sino además, es claro que se necesita un cambio de pensamiento, en la cultura organizacional, que entienda la urgencia de esta evolución.
Así, las autoridades y empresas involucradas en las jornadas de reforzamiento de vacunación deben adaptar cuanto antes – tomando en cuenta el difícil contexto que hoy existe- sus cadenas de suministro a nuevos modelos capaces de anticipar y atender la distribución de forma eficiente, garantizando el éxito de la cadena en frío, y con capacidad de tomar decisiones ágiles y rápidas.
Lograrlo será, sin duda, un gran paso hacia el fin de la pandemia.