La Reforma Energética presenta un panorama dicotómico, con luces y sobras muy marcadas. Especialistas como Hellmund (2016)1 afirman que hay una afectación a la soberanía nacional, en términos de la independencia energética, y también riesgos medioambientales por la forma en la que se llevan a cabo los procesos de exploración y extracción de hidrocarburos. Asimismo, apuntan a un impacto financiero potencialmente adverso en las finanzas públicas.
En los hechos, debido a la caída de los volúmenes de extracción y exportación, así como en los precios, así como al impacto de la reforma hacendaria, se ha dado una reducción de la dependencia del presupuesto público de los ingresos petroleros recortando su aporte relativo a la mitad.
México en 2015 ya era importador neto de hidrocarburos, con un desequilibrio comercial importante en el sector con los Estados Unidos: “Estamos importando gas y productos petrolíferos de nuestro vecino inmediato y principal socio comercial, a los precios más bajos del mundo” (Lajous, 2013, p. 2)2.
Es posible identificar ciertos indicadores que muestran la evolución del sector y los impactos que en él se han experimentado tras la implementación de la Reforma Energética.
De acuerdo con Rodríguez (2018)3, el precio de la gasolina en general ha tenido, entre 2012 y 2017, un incremento de entre 45% y 68%; hay que considerar que un porcentaje de este aumento se debe a la reducción del subsidio por el cual la gasolina se encontraba a un precio menor del que lo está hoy en día.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) explica que “si bien los precios siguen sujetos a la suavización diaria por parte del gobierno, con los impuestos especiales variables (IEPS) que amortiguan la diferencia entre el precio minorista y el precio al productor, ya ahora siguen más de cerca la evolución de los mercados mundiales” (FMI, 2017, p. 5)C4.
Por su parte, el precio del gas natural en general incrementó 48% aproximadamente.
En materia de comercio, la independencia energética medida en términos de producción por consumo de energía tuvo una variación entre 2012 y 2017 de -18.3%, aunado a lo anterior, las exportaciones de petróleo crudo en valor disminuyeron 53.1% al contrario que las importaciones de gasolina que incrementaron 47%. De acuerdo con datos reportados por el Banco de México (2018), desde octubre de 2014 hasta abril de 2018 el saldo comercial de la balanza comercial de productos petroleros ha sido negativo, lo cual es posible observar en la siguiente gráfica:
Por otra parte, la inversión en PEMEX experimentó una caída de 39.1% para el mismo periodo, así como una reducción de los ingresos totales del 15.2% a la vez que un incremento de 218% en los impuestos y derechos registrados en la situación financiera de la empresa. De acuerdo con Lajous (2013)2, la reforma debiera ir acompañada de un fortalecimiento de la competitividad del sector manufacturero, fomentando el incremento de la productividad, el empleo y el desarrollo económico de largo plazo (p. 9).
A cambio, los beneficios esperados serán la reducción de precios en tarifas energéticas, tasas de restitución de las reservas probadas de más de 100%, un incremento de la producción de petróleo y de gas natural, así como tasas de crecimiento económico mayores a 5% a partir de 2025, a la par que más recursos fiscales (Clavellina y Ortega, 2015, p. 17) 5.
En la parte eléctrica, Hernández (2018) 6 reportó que si bien se establecieron metas por la Ley de Transición Energética (LTE) arriba del 25% de energía limpia producida respecto del total, en 2018 los Certificados de Energías Limpias (CEL) requeridos fueron del 5% y para el 2021, si bien la meta se estipuló en el 30%, el requisito de los CEL será 10.9%.
Sin embargo, de acuerdo con un estudio de la OCDE mencionado en Hernández (2018, p. 96)6 esta reforma en la parte eléctrica tendrá un efecto positivo gracias a un incremento de la productividad de 0.32%, a cinco años de su implementación.
La Reforma Energética ha propiciado la creación de un marco jurídico muy amplio que se insertan en una lógica de mercado, bajo el supuesto de que con ello se logra una mejor asignación de los recursos; lo cual es discutible. Hoy en día, todavía es difícil encontrar un resultado palpable pues las instituciones del sector aún tienen que madurar; aunque sí es posible apuntar que para 2017 el mercado mayorista ganó profundidad y liquidez gracias a la participación de 21 empresas internacionales (entre ellas: Iberdrola, Gas Natural Fenosa y Mitsu) (Hernández, 2018)6; algo similar ocurrió en el sector de hidrocarburos: tras dos rondas de licitaciones, con la entrada de competidores al mercado se garantiza seguridad energética (Quiroga, 2018)7.
Un punto esencial frente a las actividades en el mercado es que el poder político debe encontrar el punto de equilibrio y ser el encargado entonces de no permitir que el mercado ocasione desigualdad o estancamiento económico, dadas las características de la sociedad mexicana, y en su lugar guiarlo para obtener un desempeño nacional favorable para la sociedad.
Notas:
1 Hellmund (2016). Análisis de la reforma energética: una visión crítica. En García, P., Buelna, M.E., Gutiérrez, L., Ro-dríguez, F.J. (coords.) Análisis y controversias sobre las actuales reformas estructurales (pp. 241-286). Ciudad de México: Porrúa
2 Lajous, A. (2017, 20 de febrero). Del oro negro al número rojo: La dependencia de las importaciones de hidrocarburos de México. Recuperado de https://www.nexos.com.mx/?p=31468
3 Rodríguez, V. (2018, 29 de mayo). El desastre de la reforma energética. Resultados de la administración de Enrique Peña Nieto. La tragedia nacional. UNAM.
4 International Monetary Fund. (2017).Mexico: Selected Issues and Analytical Notes (IMF Country Report No. 17/347).
5 Clavellina, J. L. y Ortega, V. (2015). “Reforma y nuevo régimen fiscal del sector de hidrocarburos” en Cuaderno de inves-tigación. Instituto Belisario Domínguez – Senado de la República.
6 Hernández, C. E. (2018) Reforma energética-electricidad. México: FCE
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Extracto del libro (Aquí lo puedes consultar): Balance de las Reformas Estructurales