De no hacer cambios drásticos en la estrategia energética actual, los compromisos de México para mitigar sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para 2030 se quedarán únicamente en papel como anécdotas, advirtió BBVA Research.
En este sentido, la reforma constitucional para reconvertir el sector eléctrico que actualmente se discute en el Congreso de la Unión, sería un paso en la dirección incorrecta al favorecer más a energías contaminantes como la térmica y la de gas que a limpias como la eólica y la solar.
El análisis “Cambio Climático y Desarrollo Sostenible México|Emisiones de Gases de Efecto Invernadero y acciones de mitigación y adaptación”, señala que cuando se habla de cambio climático, la ciencia tiene
certeza de tres hechos: i) la temperatura a nivel global está aumentando; ii) esto se debe, en gran medida, a las emisiones de gases de efecto invernadero que generan las actividades del ser humano; y iii) ese incremento de temperatura está generando cambios en el ecosistema.
Considerando que alrededor del 60% de todas las emisiones mundiales de Gases de Efecto Invernadero provienen de la energía, la sociedad debe empezar a favorecer el consumo y producción de energía con cero emisiones y favorecer la contratación de empresas neutrales en carbono.
México en retroceso
La evidencia histórica muestra que ha habido en distintas economías y en distintos momentos esfuerzos de descarbonización, subproducto de políticas orientadas a reducir la dependencia del petróleo, por ejemplo, tras experiencias como el embargo de la OPEP en los años 70. Del análisis cuantitativo realizado por BBVA Research (ver: “¿Se lograrán los objetivos de descarbonización? Un enfoque basado en los datos”) se concluye que las sendas de emisiones consistentes con el Acuerdo de París son, en general, inviables dadas las trayectorias tendenciales de crecimiento del PIB.
Incluso, los menos ambiciosos compromisos voluntarios de emisiones (NDC) pueden considerarse, en general, muy poco probables. Sin cambios estructurales, sin nuevas políticas con una ambición y alcance sin precedentes, decisivas, orientadas al largo plazo, asumidas como ciertas por hogares y empresas, no se logrará detener el calentamiento global.
El pasado martes 19 de octubre de este año, el presidente Andrés Manuel López Obrador se reunió en Palenque con John Kerry, el enviado presidencial especial de los Estados Unidos para el Clima. En este encuentro oficial se reiteró el compromiso de México de reducir en 22% las emisiones nacionales de gases de efecto invernadero, y en 52% las emisiones de carbono negro en 2030.
Estos son los compromisos en el escenario no condicionado establecidos por México en la versión revisada a 2020 de su Contribución Determinada a nivel Nacional (NDC), y que se analizarán en la COP26 a realizarse en Glasgow en el mes de noviembre.
Sin embargo, México no tiene establecido estrategias y acciones reales para lograr cumplir con sus objetivos de mitigación comprometidos en su NDC. Actualmente el gobierno de México continúa apostando al uso de combustibles fósiles para cubrir la demanda energética del país.
Sin avances
Al comparar las proyecciones de emisiones de Gases de Efecto Invernadero entre la Contribución Determinada a nivel Nacional (NDC) presentada por México en 2015 y la actualizada en 2020, destaca que existen incrementos importantes en las estimaciones de emisiones del sector industrial en 34 MtCO2e para 2030 y aumentos de 29 MtCO2e en la agricultura y la ganadería.Es decir, no se dieron avances en los últimos cinco años en estos sectores.
Por el otro lado, lo sectores que se proyectan con una mayor mejoría relativa para 2030 son la generación de energía eléctrica, y el proceso de extracción, procesamiento y transporte de petróleo, gas y sus derivados. En 2020, y para los próximos 10 años, la actividad de transporte es, y continuará siendo, el sector que más produce Gases de Efecto Invernadero en México, con alrededor de una cuarta parte del total.