Autor: Ramses Pech – Grupo Caraiva – Grupo Pech Arquitectos
En el cierre del 2024, debido a los cambios ocurridos en los últimos meses, podemos determinar y asegurar que México nunca será autosuficiente y tener una independencia energética real.
Para lograrlo, esto no dependerá de las dos empresas estatales, debido a que el peculio necesario para operar, invertir, y el mejorar sus procesos, no es el suficiente. Además de haber acotado la forma del cuánto y cómo, aportar en el mercado energético en un periodo de tiempo corto, y sin hacer un diagnóstico real al largo tiempo.
Según los últimos datos del balance de energía del país, elaborado por la secretaria de energía; podemos determinar la dificultad que enfrentará el país para poder lograr, dejar de depender de otros países para poder cubrir la totalidad de energía necesaria para el crecimiento, y la realización de todas las actividades que el mercado y la sociedad requieren hacer en forma diaria.
¿Qué es el balance de energía?
Es el poder establecer la entrada de energía, entre lo producido dentro de la nación e importado, y cuánta de ellas tomamos para su transformación en energía secundaria, y cuánto de esta es aprovechada para su utilización.
En el balance 2023, y realizando una proyección de tendencia, podemos el determinar:
¿Creemos que México se encuentra en la situación de ser autosuficiente e independiente, energético, ante los cambios geopolíticos, y sobre todo internos, a donde es necesario disponer del suficiente dinero para enfrentar el todo en energía?
Recordemos que entre mayor demanda y consumo, mayor será la importación. El problema principal de México radica en la carencia de procesos que transformen la energía primaria y secundaria. Además de la necesidad de invertir en una mayor cantidad de actualizaciones tecnológicas a todos los procesos públicos o privados, ante la gran necesidad de producir energías secundarias, y que en su mayoría son utilizadas para el transporte en motores de combustión interna.
No existe un plan de largo plazo que pueda reducir el uso de combustibles fósiles y sus derivados, debido a la falta de una estrategia real de largo plazo en relación con las políticas públicas. Esto provocará un mayor aumento de importación de energías primarias y secundarias provenientes de otros países. Asumiremos un mayor riesgo ambiental, lo cual generará una mayor inversión a largo plazo para poder tener una mejor calidad del aire.
México es un país ingenuo o carece de sentido común debido a la falta de unificación de criterios reales sobre cómo transitar a energías menos contaminantes, infinitas y de bajo costo que reduzcan los gases de efecto invernadero, y de esta forma pueda existir una calidad de aire para los seres vivos en este país.
El balance de energía es un indicativo de lo malo o bueno, cómo aprovechamos la energía para poder realizar todas las actividades del país, pero en la realidad del futuro, en el presente, este indica que no sabemos, y no tenemos un plan definitivo del cómo.
Dejar a empresas estatales el cargo del todo, respecto a la energía, puede ser un riesgo mal calculado. Debido a que no tienen o crean sus propias tecnologías, y a lo cual depende del dinero presupuestal que es asignado a estas, para el poder contratar a empresas que puedan ayudar a mejorar, operar, mantener, y actualizar a todos sus procesos. A las empresas que ganan, o asignan un contrato con PEMEX o CFE, quedan en muchos casos, inmersas en el limbo; ante la falta de recursos para pagarles, y esto podría ocasionar que cada peso presupuestado, no rinda ante los incrementos de los costos operativos y financieros, qué estas deben a sumir ante los condicionantes actuales en cómo son integradas en la cadena productiva de las empresas estatales.
El balance indica que, a mayor demanda, mayor debe ser la inversión ante un mercado demandante, y el cual necesita de la energía, bien utilizada, para crecer, y el tener un producto interno bruto en crecimiento.
Un país sin energía tendrá un fracaso en el futuro. El cual dependerá de su adaptación a la misma, ante la falta de dineros provenientes de la inversión pública. Y cuya independencia, no dependerá de su soberanía energética; sino la forma de ser autosuficiente para el poder transformar la misma con un mayor rendimiento, eficiencia, y mayor producción de energía secundaria, y la cual deberá disminuir con relación a los combustibles fósiles, y derivados; para el poder ser parte de la nueva diplomacia ambientalista mundial en el mediano a largo plazo, ligado a tener una mejor calidad de aire.
El balance energético, finalmente, indica que México está muy lejos de ser soberano, independiente y, por ende, autosuficiente energético.