Las ciudades de América Latina y el Caribe tienen el potencial de impulsar sus economías mediante una mejor integración de los migrantes, según un nuevo informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
“Repensar la migración urbana: opciones de políticas para las ciudades de América Latina y el Caribe“, que forma parte de la serie de informes microeconómicos del BID, sostiene que, al integrar de manera exitosa a inmigrantes bien capacitados y altamente productivos en las economías urbanas, los responsables políticos locales pueden marcar el rumbo del crecimiento económico en sus ciudades.
“Al integrar mejor a los inmigrantes, las ciudades pueden aprovechar una mano de obra dinámica con una gran riqueza de habilidades y perspectivas que pueden impulsar la innovación y la productividad, lo que lleva a una mayor competitividad y prosperidad de las comunidades”, dijo el economista jefe y gerente general del Departamento de Investigación del BID, Eric Parrado.
El informe señala dos áreas clave en que las políticas se deben centrar: promover la contribución de los inmigrantes a la productividad local y aliviar las limitaciones en materia de vivienda.
Asimismo, sugiere una amplia gama de intervenciones, desde inversiones en transporte y políticas de zonificación hasta servicios públicos de empleo y asistencia para el cuidado de los niños. A medida que los formuladores de políticas evalúan las opciones, se les recomienda tener en cuenta los escenarios de corto plazo versus los de largo plazo, adaptando las políticas a contextos específicos, implicando al sector privado, fortaleciendo las instituciones locales y priorizando políticas que beneficien, tanto a los inmigrantes, como a los residentes.
La migración urbana presenta varias oportunidades para el crecimiento económico. El informe constata que los migrantes tienden a ser más jóvenes y a tener menos personas a su cargo, por lo que, si tienen un empleo adecuado, pueden disponer de más recursos para gastar en bienes y servicios, ahorrar o invertir. Un análisis de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Perú, Paraguay y Uruguay muestra que, en promedio, 100 residentes urbanos en edad de trabajar mantienen a 42 personas dependientes, frente a 26 de los migrantes urbanos. La edad promedio de los migrantes en América Latina y el Caribe es de 30,4 años, frente a 36,7 años de los residentes locales.
Los migrantes en la región también tienden a tener más años de educación que los residentes, con un promedio de 12 años frente a 10,6 años. Debido a estas características, la migración no sólo rejuvenece la fuerza laboral, sino que también contribuye al capital humano, fomentando el crecimiento de la productividad general de las ciudades.
Las ciudades desempeñan un papel sustancial en el desarrollo económico de los países, especialmente en América Latina y el Caribe, donde casi el 82% de la población total (frente al 50% en 1960) vive en zonas urbanas que ocupan menos del 0,7% de la superficie terrestre de la región.
Según el informe, las ciudades ofrecen mercados más amplios y fomentan el intercambio de ideas, lo cual puede hacer que las empresas sean más productivas. Sin embargo, la región ha experimentado históricamente un lento crecimiento de la productividad y esto indica que sus centros urbanos podrían hacer más para aprovechar su potencial.
El nuevo informe del BID ofrece una perspectiva diferente sobre la migración urbana, al enfocarse en su papel en el desarrollo económico de las ciudades de toda la región, desplazando el debate tradicional que a menudo se centraba en los desafíos potenciales. El informe reconoce estos desafíos, como vivienda y empleo, pero subraya que no deben eclipsar los beneficios económicos a largo plazo de la integración de los migrantes. Del mismo modo, alienta a los formuladores de políticas a aplicar estrategias que, no sólo aborden las preocupaciones inmediatas, sino que también se centren en maximizar las contribuciones económicas de los migrantes.
“Repensar la migración urbana” es un recurso para formuladores de políticas, académicos y el público en general. Invita a los lectores a considerar la migración urbana, no como un desafío para gestionar, sino como una oportunidad para aprovechar.
Entre otras conclusiones:
- El cambio climático probablemente acelerará la migración en las próximas décadas. Los fenómenos climáticos, tanto repentinos (huracanes, tornados, inundaciones), como de evolución lenta (sequías, aumento del nivel del mar, desertificación), continuarán impulsando importantes flujos migratorios en la región. Un aumento de un punto en la sequedad se asocia a un incremento de 2,5 puntos porcentuales en las tasas de migración desde los municipios rurales hacia las ciudades.
- Aunque las grandes ciudades continúan siendo los principales destinos de los migrantes internos, las ciudades pequeñas y medianas también experimentan una migración sustancial.
- El 70% de los migrantes en las zonas urbanas son migrantes internos que se desplazan dentro de las fronteras de sus países. Sin embargo, entre 2015 y 2020, la migración internacional dentro de la región ha aumentado en más de un 80%.
- Los migrantes internacionales constituyen el 2,6% de la población urbana total de América Latina y el Caribe, mientras que los migrantes internos representan el 6,2%.