Dr. Pablo López Sarabia, profesor-Investigador de la División de Ciencias Económico Administrativas (DICEA), Universidad Autónoma Chapingo.
Banxico recorta su pronóstico de crecimiento para el 2025 ante la incertidumbre de las políticas de la administración Trump 2.0 y la debilidad interna en el consumo privado, inversión y construcción. En su reciente Informe Trimestral del Banco de México publicado el 19 de febrero del año en curso, se ajustó a la baja la previsión de crecimiento del PIB de México para el 2025, al pasar de 1.2% a 0.6%, mientras que la proyección para el 2026 quedó sin cambio en 1.8%; aunque el intervalo de variabilidad para el 2025 contempla un límite inferior con una contracción del 0.2%. Es importante señalar que el ajuste al crecimiento se explica por una desaceleración interna del consumo privado, inversión en construcción y atonía de las manufacturas; aunque la estimación no incorpora los potenciales efectos de las políticas de Trump 2.0 en el crecimiento económico local.
La inflación mantiene un sesgo al alza ante la persistencia de la inflación subyacente e incrementos en energéticos y tarifas autorizadas, logrando la convergencia al objetivo de inflación en el 3T2026. Las proyecciones de inflación se mantuvieron sin cambio con relación a las publicadas en la decisión de política monetaria del 6 de febrero pasado. Aunque se reconoce la persistencia de la inflación subyacente en servicios, particularmente en la vivienda; aunque la parte no subyacente ha mostrado incrementos en energía y tarifas autorizadas por el gobierno. Las expectativas de inflación a decir de Banxico se encuentran ancladas, aunque cuando uno ve la distribución de probabilidad de dichas expectativas, yo podría no estar totalmente de acuerdo, más aún, si observamos el empinamiento de la parte larga de la curva de rendimientos local.
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— Banco de México (@Banxico) February 19, 2025
Banxico matiza su guía adelanta para la reunión de marzo de 2025, considera que es factible teóricamente recortar 50pb, pero que el escenario tiene un grado de incertidumbre considerando su función de reacción del instituto central. El recién llegado subgobernador Gabriel Cuadra dio una cátedra de política monetaria, sin duda su llegada sube el nivel de discusión. El nuevo subgobernador se cataloga como neutro (no paloma, ni halcón), al tiempo que considera que la regla de Taylor es una referencia de un conjunto de indicadores, pero que da una referencia para considerar un recorte de tasa de interés. Banxico contempla una tasa real ex ante en un rango de 1.8% a 3.6%, situación que muestra que la política monetaria sigue siendo claramente restrictiva. Se recalca la importancia de un tipo de cambio flexible para absorber los choques externos y el bajo traspaso del tipo de cambio a la inflación, al tiempo que se confirma el desacoplamiento con las decisiones de la Fed (política monetaria relativa).
Banxico confirma su compromiso a su mandato prioritario, aunque reconoce riesgos en el horizonte ante las políticas de Trump 2.0 y la necesidad de avanzar en políticas estructurales. El banco central apuesta por seguir controlando la inflación de manera prioritaria y lograr su convergencia al objetivo; aunque se reconoce que México debería aumentar su productividad (un elemento clave para reducir los efectos del incremento de los salarios en la estructura de costos de las empresas), reforzar el estado de derecho (clave ante el debilitamiento del poder judicial), profundizar en la competencia de mercado (la desaparición de la COFECE no es la mejor noticia) y mantener la apertura comercial (los eventuales aranceles y la concentración de las exportaciones en EUA, complica la diversificación en un entorno de fragmentación comercial y proteccionismo). Los riesgos de estanflación en la economía mexicana persisten y la dominancia fiscal en conjunto con los riesgos a la calificación soberana son elementos clave, para estabilidad financiera, aunque México tienen una buena línea de defensa con las importantes reservas internacionales.