Después de un intenso galope por el proceso electoral más grande de la historia de este país, hay perdedores y ganadores, como en toda casa de juego, la casa ganó. Ahora, ¿qué tenemos que hacer? Cuando la pandemia de COVID-19 no ha terminado; la pobreza ha aumentado a 15 millones personas de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo Social (CONEVAL) y un estudio reciente de la Universidad Iberoamericana. El desempleo sigue aumentando y los sectores económicos no se recuperan.
En consecuencia, lo que nos ocupa y nos preocupa es la crisis económica, la cual no tiene una dirección gubernamental que nos saque a flote en pronto tiempo.
Crecimiento económico
Las promesas de crecimiento económico para 2019-2021 quedaron truncadas por diversos factores, algunos de índole mundial y otros correspondieron a factores internos ante la ausencia de una política económica que lograra consolidar por lo menos un crecimiento del 2 por ciento.
¿Cuál es la expectativa? Parecería ser que de acuerdo con el Indicador Oportuno de la Actividad Económica (IOAE), en mayo la economía mexicana creció 24.78% en términos anuales, lo cuál significó un rebote esperado; sin embargo, estamos pasando de un -20% de caída a un moderado 4%, lo cuál podría consolidarse si la dirección de política económica en el área fiscal y monetaria logra recomponer los padecimientos anteriores.
Cabe destacar que la economía aumentó 0.5% en mayo respecto al mes previo, lo que ya suena positivo, destacándose el crecimiento de las actividades terciarias con 0.4%; aunque las secundarias todavía registran una caída de 0.2%, las cuales podrían recuperarse con el “jalón” que de la industria manufacturera estadunidense.
Política Fiscal
En materia fiscal la preocupación es aumentar la recaudación sin modificar las tasas de impuestos, aunque se podrían aumentar las tasas marginales en el Impuesto Sobre la Renta, es decir, aumentar el gravamen a los más ricos, lo cual sería consistente con una política fiscal progresiva. Por otra parte, sí conviene en este momento aumentar la eficiencia recaudatoria, esto es, que se reduzca el costo de la recaudación para lo cual habrá que mejorar los sistemas informáticos y las plataformas del Servicio de Administración Tributaria (SAT).
Política Monetaria
En materia monetaria, independientemente de que se vaya el Gobernador del Banco de México, la preocupación es que la Reserva Federal de los Estados Unidos comience a mover las tasas de interés al alza y con ello la competitividad de su moneda, lo cual suena consistente con el crecimiento económico, el aumento de la demanda interna y externa, y el enorme crecimiento del consumo, lo cuál se explicó por el Paquete Económico de 1.9 billones de dólares que le aprobó el Congreso al presidente Biden. La preocupación para la Junta de Gobierno de Banco de México es el aumento de la inflación lo cuál podría ser también un acelerador de la depreciación del tipo de cambio.
Cabe puntualizar que la inversión privada requiere de apoyos; sin embargo, a mayo el crédito de la banca comercial se ha caído 14%, el crédito a tarjetas 10%, y los créditos de nómina se desplomaron 10%. Lo anterior amenaza seriamente a la banca que empieza a mostrar indicadores de morosidad preocupantes y falta de canalización de los recursos crediticios.
En conclusión, las amenazas a la política macroeconómica de México son más internas que externas, por ello para 2022 tiene que armarse un paquete económico que sea consistente con la realidad nacional y con los indicadores de inversión, consumo y control de precios que puedan expresarse en un crecimiento económico de por lo menos 4 por ciento.