El pasado 30 de septiembre, la Junta de Gobierno del Banco de México elevó la tasa de interés de referencia a 4.75%, esto es 0.25% más que el nivel anterior.
En consecuencia, el aumento en la tasa de referencia se explicó por el aumento en las presiones inflacionarias internas, sobre todo en productos alimentarios, la gasolina y el gas LP; y a presiones inflacionarias externas derivadas del aumento en las materias primas (petróleo Brent 79.13 dólares por barril, petróleo West Texas Intermediate 75.45 dólares por barril, la Mezcla mexicana 71.64 dólares por barril). Los precios del petróleo pueden considerarse como un choque de demanda, en virtud de que la demanda mundial ha crecido para apuntalar el crecimiento económico de los países. Luego, entonces no suena tan descabellado que podría subir el barril de petróleo a 100 dólares.
Cabe destacar que los impactos de la inflación externa, también se explican por la ruptura en las cadenas de suministro de productos a nivel mundial. Estos fenómenos inflacionarios, internos y externos, no son transitorios y podrían extenderse hasta el primer trimestre del 2023. Con lo que todo el planeta registrará presiones inflacionarias.
Por su parte, aunque el Banco de México haya elevado la tasa de interés de referencia para frenar las presiones inflacionarias, esto resulta insuficiente ya que la mayor parte de la población no utiliza el sistema bancario lo cual ha sido demostrado por la baja penetración financiera, por ejemplo: el sector hipotecario que podría ser una palanca financiera, representa apenas el 14% del sistema bancario. Ya ni se diga del sector automotriz, donde las ventas internas y externas han caído drásticamente.
Cabe señalar que la tasa de referencia de 4.75% también va a provocar una salida de capitales, sobre todo la derivada de los valores gubernamentales, ya que la tasa de inflación esperada, podría ser de hasta de 6%, lo cuál significaría una tasa real negativa de 1.25%. Lo cual es muy factible que ocurra ya que el tipo de cambio se mantiene estable.
En conclusión, la política monetaria de Banco de México, que afortunadamente no se dicta en Palacio Nacional, tendrá que ser más restrictiva, elevando las tasas de interés de referencia para estabilizar las presiones inflacionarias internas y externas y ofrecer tasas de interés reales positivas que estimulen el ahorro interno y externo.