“La ciencia no ha logrado ningún método de inertización. El uranio-238 tiene una vida de desintegración de 700.000 años. No hay buenas prácticas ni buenas técnicas y nadie quiere residuos radiactivos, aunque el uranio esté gastado, sigue siendo un residuo altamente peligroso”, dice la científica fundadora de Bios Argentina —organización dedicada a la defensa del ambiente.
En un reportaje publicado por el periódico El País, “El exceso de basura radiactiva acecha a la central nuclear de Laguna Verde”, publica que la Central Nuclear de Laguna Verde, propiedad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), se enfrenta a la saturación de sus depósitos de residuos nucleares y uranio usado.
Una situación que incluso se reconoce en el Plan de Gestión de Desechos Radiactivos y Combustible Nuclear 2017-2023 de la planta, diseñado para mejorar la gestión de esa basura; el plan no incluye acciones para la reducción efectiva en la generación de desechos, sino mejoras en procedimientos, eficiencia en procesos y ampliación de capacidad física.
La Secretaría de Energía en comunicado, asegura que “el Plan de Gestión de Residuos Radiactivos de la Central Nucleoeléctrica Laguna Verde plantea varias estrategias, este documento integral contiene los tiempos y movimientos necesarios para el manejo de los residuos que la central genera, de ninguna manera “reconoce” sino que “plantea” soluciones, entre ellas la reducción en la generación de los residuos mediante mejoras en los procedimientos internos, pero además considera la reducción de volumen del inventario actual mediante varios métodos disponibles en la industria nuclear a nivel internacional, como son la incineración y descontaminación química, entre otras. Con esto, Laguna Verde puede enfrentar la operación de ambas unidades por más de 30 años sin llegar a la saturación de sus almacenes temporales en sitio, contrario a los argumentos falsos y tendenciosos del diario español.
“Los procedimientos de reducción de volumen que maneja Laguna Verde son los mismos a las demás plantas en todo el mundo y actualmente se encuentran en proceso de contratación”.
En la publicación de El País, indica que “datos de CFE de inventarios de residuos consultados revelan que el almacén temporal de sitio (ATS), uno de los resguardos que posee dos bodegas con una capacidad total para almacenar 3,319 metros cúbicos, se expone a la saturación, ya que contiene 2,793 m³.
“Otro, el depósito de desechos radiactivos sólidos secos (DDRSS), que cuenta con dos naves con una capacidad conjunta para 1,728 m³, ya ha superado su límite: alberga 2,148 m³. El Plan de Gestión de Desechos de CFE proyecta el cese de operaciones y desmantelamiento de este depósito en junio de 2022. Ya en 2017, ambas naves estaban llenas, pues contenían 2,193 m³, una cantidad superior al volumen reportado por CFE, según la inspección realizada en septiembre del año pasado”.
“Los almacenes de materiales contaminados (AMAC), que constan de dos naves con capacidad para 5,639 m³ cada una, almacenan más de 5,000 metros cúbicos una y alrededor de 4,400 la otra. El depósito Cuatro Naves, que resguarda más de 5,000 m³ de residuos, está en proceso de cese de actividades, aunque el destino de sus desechos es incierto”.
El Plan de Gestión advierte que estos tres depósitos (el de desechos radiactivos sólidos, el de materiales contaminados y 4 Naves) tienen una capacidad insuficiente de almacenamiento. Además, advierte que estos dos últimos presentan condiciones físicas degradadas. De acuerdo con las proyecciones de la CFE, en los próximos cinco años la planta generará 1,260 m³ de residuos más, en 15 años 3,782 m³ más, y en 30 años 7,564 m³. La pregunta es qué se hará con ellos.
En su explicación, la dependencia encabezada por Roció Nahle, explica que “para los residuos de actividad media y baja, es importante aclarar que la mayoría presenta al menos 2 vidas medias de decaimiento radiactivo (tiempo que toma a un elemento radiactivo en reducir su actividad a la mitad) por lo cual con técnicas de recuperación podemos reducir aproximadamente en un 60% el volumen, de esta forma se complementa el programa de reducción de residuos, con lo que se demuestra que existe suficiente espacio para la operación segura de la central por más de 30 años”.
“Los inventarios de residuos de los almacenes ATS y DDRSS mencionados en el reportaje, están considerados para reducción de volumen dentro de las estrategias antes mencionadas, por lo que no representan un problema real, más aún, son la razón por la cual se planea el cese de operaciones del almacén DDRSS, ya que, al concluir con el proceso, los volúmenes se reducirán a una décima parte de lo actual y dicho almacén no será necesario”.
“El Plan de Gestión de Residuos fue solicitado por la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (CNSNS), por lo que la gestión de los residuos son parte integral de la licencia de operación de las unidades”.
En le mismo reportaje, habla del retraso de dos años de la puesta en funciones de la Instalación Independiente de Almacenamiento de Combustible Gastado en Seco (ISFSI, en inglés) -nuevo depósito de barras de uranio usado- por demoras en una licitación internacional de construcción y suministro de los contenedores para las varillas.
“El ISFSI, un emplazamiento a cielo abierto dentro del polígono de la planta, recibe los cilindros provenientes de la alberca de combustible gastado (ACG) de cada unidad y su propósito es incrementar su capacidad instalada de almacenamiento en 20 por ciento”.
“Durante el cambio de uranio que se realiza cada 18 meses, 144 cilindros pasan a la alberca, cuya capacidad totaliza 3,177 ensambles para su enfriamiento durante tres años. En 2020, el estanque de la Unidad 1 acumulaba 2.032 acoples y el de la 2, 1,890. Sin el ISFSI, cuya meta es acumular 130 contenedores (cada uno de los cuales pueden albergar 89 cilindros) durante al menos 40 años, ambas albercas se colmarían el próximo año”.
Con respecto al almacenamiento de combustible gastado en condiciones secas (ISFSI por sus siglas en inglés), la Secretaría de Energía, aclara que: “El ISFSI no cuenta con un techo por no ser necesario, los ensambles combustibles son almacenados en contenedores para tal propósito, que fueron diseñados y cuentan con la calificación nacional e internacional, para ser almacenados de esa manera lo cual es un diseño típico en el mundo y no exclusivo de México”.
“El almacenamiento del combustible gastado en las albercas nunca fue, ni ha sido en ninguna planta del mundo, diseñado como almacenamiento final. Todas las centrales nucleares cuentan con almacenes en seco tipo ISFSI, ya que es una solución utilizada en la industria nuclear. La central Laguna Verde construyó, licenció y puso en operación el ISFSI de acuerdo con sus planes estratégicos”. Secretaría de Energía
La conclusión de las autoridades es que: “la Central Nucleoeléctrica Laguna Verde ha operado, está operando y operará siempre con seguridad. Las afirmaciones falsas que insistentemente han hecho en otras publicaciones no obedecen más que a defender los intereses de las empresas españolas que de manera ilegal y arbitraria se han apoderado de la generación de energía en el país en detrimento de los intereses de todos los mexicanos”.
Pero la realidad es que, la seguridad, la generación y administración de los residuos son asuntos que la industria nuclear no ha podido resolver desde sus inicios militares en el siglo XX. El Reporte mundial sobre residuos nucleares 2019, elaborado por ocho organizaciones alemanas, denunció que esa basura representa una amenaza para la salud humana, por su radiactividad y potencial contaminante. Además, alertó de que la disposición final de desechos nucleares supone grandes desafíos para los gobiernos en todo el mundo y que la mayoría de naciones tiene aún que diseñar y aplicar una estrategia de gestión de residuos para todos sus tipos.
El reto es que hacer con los residuos y la busca de depósitos finales, la clasificación de los residuos, los estándares de seguridad de operación y el financiamiento de los altos costos de gestión. En Estados Unidos funciona desde 1999 la Planta Piloto de Aislamiento de Residuos, situada en Carlsbad (Nuevo México), el único repositorio geológico para basura nuclear de larga vida, que incluye combustible atómico usado y desechos provenientes de la industria militar nuclear.