Es altamente probable que en la reunión de política monetaria correspondiente al mes de septiembre del año en curso, la Reserva Federal baje la tasa de fondos federales en 25pb, situación no vista desde 2020. Por su parte, el Banco de México replicará a la Fed recortando su tasa de referencia en la misma magnitud, por cuestiones de política monetaria relativa, dejando atrás las controvertidas decisiones del mes de marzo y agosto pasado, las cuales generaron dudas sobre la eficiencia en la comunicación del instituto central.
Dr. Pablo López Sarabia, profesor-Investigador de la División de Ciencias Económico Administrativas (DICEA), Universidad Autónoma Chapingo.
La paciencia y cautela de la Fed por ajustar su política monetaria en 2024, a pesar de las inquietudes del mercado, tienen una explicación y parece ser consistente con la teoría. La mayoría de los bancos centrales del mundo tienen como mandato principal el mantener el poder adquisitivo del dinero, controlando la inflación; sin embargo, en Estados Unidos también se debe promover el máximo empleo, lo que se conoce como el mandato dual. En este contexto, no sorprende que los bancos centrales aprieten su política monetaria ante las primeras señales de inflación, a fin de evitar que el “fuego se propague”; mientras que son más cautelosos al reducir sus tasas de interés, ya que deben estar seguros de que no se reiniciará el “fuego”, es decir, un incremento de la inflación. Durante la pandemia, la Fed y otros institutos centrales fueron criticados por reaccionar de manera tardía a las presiones inflacionarias generadas por el COVID-19, ya que se pensó que los efectos serían temporales y no permanentes. Por ejemplo, la Fed ajustó su tasa de referencia en marzo de 2022, aunque la inflación se encontró por arriba del objetivo de 2% desde marzo de 2021 (no debemos olvidar que la política monetaria tiene rezagos en los mecanismos de transmisión de entre 24 a 48 meses). En la reunión de Jackson Hole celebrada en agosto pasado, Jerome Powell presidente de la Fed señaló que había llegado el momento de ajustar la política monetaria y que la dirección a seguir era muy clara, aunque advirtió que el calendario y ritmo de los recortes dependería de los datos.
La disyuntiva entre recortar 25pb o 50pb, tiende a un segundo plano, ya que la Fed tiene el espacio para moverse en ambos sentidos, el elemento clave es que los indicadores de mercado señalan que el inicio del ciclo de recortes se dará en un entorno de un “aterrizaje suave” de la economía. Si la Fed ha tenido la paciencia de esperar a tener señales claras de que la inflación se tiene bajo control, para que acelerar el ritmo y magnitud del recorte, así que 25pb parece lo ideal, aunque el mercado aceptaría sin problema los 50pb, sin que esto se interprete como una señal de riesgo de recesión inminente (el bono del Tesoro a 10 años registra un descenso de 26pb en lo va del año, mientras que el índice del dólar se mantiene prácticamente en los niveles de inicio de año). Las estimaciones del FMI y la misma Fed consideran una gran resiliencia para el crecimiento económico de EUA en 2024 y 2025 promediando 2.3% y 1.9%, respectivamente; aunque la tasa de desempleo este año pasó de 3.7% en enero a 4.2% en agosto, un aumento que se encuentra 0.7 puntos porcentuales por arriba del nivel pre-pandemia de COVID-19. Finalmente, la inflación general ya se encuentra en niveles del 2.5%, un descenso de 90pb con relación al inicio de año, mientras que la inflación subyacente y no subyacente ha bajado 70pb y 840pb respectivamente.
La impaciencia, ansiedad y prisa de Banxico por ajustar su tasa de política monetaria, parece encontrar explicaciones algo rebuscadas en los económico; más aún, si consideramos un entorno donde el instituto central ha aumentado de manera sostenida sus proyecciones de inflación en cada reunión monetaria, al tiempo que su balance de riesgos para la inflación se encuentra al alza y las expectativas de inflación muestran una distribución sesgada a la derecha y multimodal. El recorte a la tasa de interés interbancaria de un día hecho por Banxico en la reunión de marzo pasado no fue sorpresivo desde el punto de vista de las expectativas del mercado, ya que la encuesta Citibanamex del 20 de marzo pasado reflejaba un consenso total entre los participantes del mercado. Aunque la sorpresa de la reunión monetaria, por poner un calificativo, fue que la baja en la tasa de interés no fue unánime y tuvo el voto en contra de la subgobernadora Irene Espinosa, al tiempo que los pronósticos de inflación subyacente tenían alzas marginales y el balance de riesgos para la inflación seguía al alza. Es importante recordar, que en la conferencia donde se presentó el Informe Trimestral de Banxico previo a la reunión de marzo, los miembros de la Junta mandaron señales de un eventual recorte, que no implicaría el inicio de un ciclo de bajas en la tasa de interés. En la reunión monetaria de agosto, Banxico recortó otros 25pb su tasa de referencia para ubicarla en 10.75%, aunque la Encuesta Citibanamex del 6 de agosto pasado, sólo el 30% del mercado descontaba el recorte de tasa de interés; la decisión también fue dividida, ya que tuvo el voto en contra de los subgobernadores Irene Espinosa y Jonathan Heath, al tiempo que Banxico incrementó sus proyecciones para la inflación general y el balance de riesgos mostraba un sesgo alza. La explicación por varios miembros de la junta se resume en darle un respiro a la tasa de interés real exante que se encuentra en un terreno altamente restrictivo y flexibilizar el índice de condiciones financieras, aunque desde mi perspectiva 25pb no marcaba una diferencia importante, pero si introducía ruido en el mercado sobre la eficiencia en la comunicación de Banxico.
Banxico replicará a la Fed en el movimiento de 25pb de materializarse en septiembre, pero no se ve espacio para un recorte mayor, dado el sesgo que muestra el balance de riesgos sobre la inflación y la volatilidad cambiaria asociada a las reformas constitucionales en curso y las próximas elecciones en EUA. La brecha del producto dará un respiro a la inflación por el lado de la demanda, ya que las estimaciones de Banxico consideran un crecimiento económico de 1.5% en 2024 y 1.2% en 2025 que contrasta con el crecimiento del 3.2% en 2023. No olvidemos que los RFSP en 2024 alcanzarán cerca del 6% del PIB, así que el Paquete Económico para 2025 será clave para entender las presiones que tendrá la inflación y las tasas de interés. En este entorno, la inflación general se ubicó en agosto en 4.99%, un aumento de 33pb con relación al inicio de año, mientras que la inflación subyacente y no subyacente tienen un comportamiento mixto, ya que la primera ha descendido 33pb, mientras la segunda ha aumentado 464pb. Por lo que la apuesta debe Banxico debe ser recortar sólo 25pb por cuestiones de política monetaria relativa, ya que además de los riesgos de inflación se deben sumar la volatilidad cambiaria y los riesgos geopolíticos internos y externos. El Mbono a 10 años tiene un yield de 9.26%, un incremento marginal con relación al inicio de año, mientras que el tipo de cambio peso dólar ha registrado una depreciación de 13.1%, situación que podría generar efectos de traspaso del tipo de cambio a la inflación “pass- through”. En el 2025, Banxico cumplirá un siglo, sin duda es una de las grandes instituciones del país y debemos apoyar su fortalecimiento, entre sus principales desafíos se encuentran defender su autonomía (se aproximan relevos en los miembros de la Junta de Gobierno), impulsar la educación financiera, la digitalización de los medios de pago, definir su postura sobre los CBDC y los criptoactivos, seguir mejorando su comunicación y regular de manera eficiente un sector financiero en cambio con las Fintech.