Durante los sexenios neoliberales 1982-2018, la preocupación principal fue reducir el déficit publico que en 1982 alcanzó el 16% del Producto Interno Bruto (PIB) que fue resultado de una excesiva expansión del gasto público del gobierno populista del presidente Luis Echeverria y de la adquisición de un mil ciento cincuenta y cinco empresas que se convirtieron en entidades paraestatales, desde Petróleos Mexicanos (PEMEX), hasta la fabricación de bicicletas (BIMEX), lo que profundizó el desequilibrio de las finanzas públicas.
Posteriormente, en el marco de la privatización de las entidades paraestatales y de un programa de estabilización macroeconómica (los famosos Pactos) se alcanzó un déficit público del 0.5% del PIB en 1990.
Con ello, las finanzas públicas sanas se convirtieron en un propósito fundamental para contribuir a la estabilidad macroeconómica, como columna vertebral del control de la inflación y que coadyuvaran a la redistribución del ingreso.
En consecuencia, alcanzar un superávit primario fue la principal preocupación; sin embargo, durante la presente administración el balance primario pasó de 136 mil millones de pesos a 54.1 mil millones de pesos al primer trimestre de 2021, esto significó una reducción real de 61.7%, con lo cual se tiene un menor margen de maniobra ante un desenlace imprevisto en la recaudación fiscal. Con el agravante de la desaparición de los fondos para la estabilidad y el petrolero que eran unos “guardaditos” para una eventual recesión económica y que ya se gastaron.
Finanzas públicas enero – marzo 2021
Al primer trimestre del 2021 el total de ingresos del sector público creció apenas 2.8%, en términos reales respecto al mismo periodo del año anterior. No obstante, los ingresos petroleros de PEMEX se elevaron 155.3% debido a las transferencias del gobierno federal para reducir las pérdidas de la entidad petrolera. Por su parte los ingresos petroleros del gobierno federal cayeron 9.7%.
Cabe destacar, que, dentro de la recaudación total, los ingresos tributarios (ISR, IVA, IEPS, y otros impuestos al ingreso) cayeron 2.0%, los cuales representan el 65.5% de los ingresos totales del Gobierno Federal; mientras que los ingresos no tributarios (derechos, productos y aprovechamientos) se elevaron 13.6%; pero apenas representan el 9.0% de la recaudación del Gobierno Federal.
Gasto público
El gasto programable (servicios personales, gastos de operación, pensiones, subsidios, entre otros) se elevaron 7.9% en términos reales al primer trimestre del 2021 con respecto al mismo lapso del año anterior. Cabe destacar que, de este gasto programable, los servicios personales (nómina, pagos por servicios especializados, y otros gastos de operación) cayeron 1.2% en términos reales durante el periodo de referencia. Habría que puntualizar que además de la austeridad republicana en términos de salarios a la burocracia nacional, también se redujo el gasto debido al retiro y separación de una gran cantidad de burócratas. Consecuencia inmediata del retiro de burócratas se materializó en un incremento real de 1.0% en el pago de pensiones.
Durante el primer trimestre de 2021, el gasto no programable (servicio de deuda, pago de intereses, amortizaciones y reciprocidades) cayó 7.8% con respecto al mismo lapso del año anterior. No obstante, la deuda externa neta a enero – marzo de 2021 se ubicó en 223 mil cuatrocientos millones de dólares, lo que significó un aumento de 1.0% lo cual se explicó por ajustes en el tipo de cambio y por algunos movimientos en las tasas de interés internacionales.
Gasto Federalizado
A consecuencia de una disminución en la recaudación fiscal atribuida a la disminución de la actividad económica en todos los sectores, las participaciones a las entidades federativas tienden a disminuir. Así, el gasto federalizado al cierre del primer trimestre de 2021 disminuyó 4.5% en términos reales, lo cual ha explicado las insurrecciones de los gobernadores.
En síntesis, el desgaste de las finanzas públicas tiende a provocar desequilibrios en el control de las variables macroeconómicas y por ende a provocar desequilibrios que son más difíciles de resolver. Por ejemplo, si la actividad económica no se recupera en 2021 y 2022, la recaudación tiende a disminuir, lo que podría hacer más urgente una reforma fiscal. Algunos han sugerido una disminución en el impuesto sobre la renta y una reducción en el impuesto al valor agregado; estas medidas son las más sencillas, sin embargo, habría que proponer una política fiscal más progresiva y equitativa que contribuya a mantener las finanzas públicas sanas.