El futuro del sistema energético global es profundamente incierto, y las decisiones que se tomen en los próximos años tendrán enormes consecuencias para el futuro del clima y, de hecho, de la civilización humana. Para entender cómo está cambiando nuestro sistema energético, cada año una variedad de organizaciones producen proyecciones a largo plazo que imaginan una amplia gama de futuros basadas en visiones divergentes sobre políticas, tecnologías, precios y geopolítica.
El Global Energy Outlook, un análisis anual de Resources for the Future (RFF), traza una amplia gama de caminos para las perspectivas energéticas del mundo.
En uno de los escenarios, se espera que el consumo de carbón, petróleo y gas natural alcance su punto máximo antes de 2030, pero se mantenga en una meseta o cerca de ella hasta 2050 en muchos escenarios. El logro de los objetivos climáticos internacionales requerirá un pico seguido de una rápida disminución del consumo de combustibles fósiles.
Y que aunque, las tecnologías de eliminación de dióxido de carbono se despliegan rápidamente y a escala en todos los escenarios limitan el calentamiento global a 1,5 °C o 2 °C para 2100, sugiere la necesidad de establecer rápidamente estándares sólidos de monitoreo, notificación y verificación a medida que estas tecnologías se desarrollen aún más.
Si los combustibles fósiles no se eliminan gradualmente del sistema energético, limitar el calentamiento a los objetivos climáticos internacionales implica una ampliación sustancial de las tecnologías de eliminación de carbono, incluida la captura directa del aire (DAC), la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (CCS) y las soluciones basadas en la naturaleza, todo lo cual requerirá un monitoreo, informes y verificación sólidos. Aunque estas tecnologías son controvertidas por una variedad de razones, su aplicación a escala es una herramienta esencial para alcanzar cero emisiones netas en cada escenario climático ambicioso.
En ese sentido, ee espera que la demanda de metales y minerales necesarios para las tecnologías de energía limpia se expanda rápidamente, lo que plantea preguntas importantes sobre el costo de suministro de estos materiales, junto con las consecuencias ambientales, sociales y geopolíticas del rápido crecimiento de las cadenas de suministro.
Alcanzar los objetivos de despliegue de energías limpias establecidos en la 28ª Conferencia de las Partes (COP28), como triplicar la capacidad nuclear para 2050 y la capacidad de electricidad renovable para 2030, requeriría un crecimiento sin precedentes en ambos sectores.
En China, el principal emisor de gases de efecto invernadero del mundo, la demanda de energía proyectada se ha revisado sustancialmente a la baja como resultado de la desaceleración del crecimiento económico del país y la disminución de la población, pero no es definitivo.