Dr. Pablo López Sarabia, profesor-Investigador de la División de Ciencias Económico Administrativas (DICEA), Universidad Autónoma Chapingo.
El Sistema Financiero Mexicano se encuentra bien capitalizado y resiliente, aunque las Pruebas de Estrés muestran que el 19% de las instituciones bancarias podrían requerir capital adicional en casos de movimientos extremos de variables macrofinancieras. El Consejo de Estabilidad del Sistema Financiero de México (CESF) integrado por la SHCP, Banxico, CNBV, CNSF, CONSAR e IPAB publicó su informe anual correspondiente al período de abril de 2023 a marzo de 2024. El índice de capitalización bancario se encuentra por arriba de los mínimos regulatorios de 10.5%, al promediar 18.8% en el periodo del Informe. La cartera de crédito de la banca se encuentra concentrado en las empresas con el 47%, seguido de manera distante de vivienda y consumo no revolvente con un 19% y 13%, respectivamente. La estructura de financiamiento de la banca se concentra en los depósitos con el 68%, mientras el 12% corresponde a instrumentos de mercado. Los índices de morosidad ajustados (IMOR) que se encuentran en niveles de dos dígitos son: crédito personal (12.6%), nómina (10.9%) y consumo revolvente (10.8%). Las pruebas de estrés muestran 18 instituciones con riesgo de concentración de crédito, mientras 16 instituciones los riesgos se concentran en los depósitos. Es importante señalar que ninguna institución en los escenarios extremos mostraron problemas con el Coeficiente de Cobertura de Liquidez (CCL) a 30 días, aunque se debe tener cautela, ya que la crisis reciente en la banca regional de EUA fue generada por un descalce entre el plazo de depósitos y créditos.
El cambio climático es uno de los principales riesgos para la estabilidad financiera en el mediano y largo plazo, aunque el descenso de la inflación y el relajamiento de las condiciones financieras será un amortiguador en el corto plazo. Las amenazas del cambio climático ya se sienten en varios sectores de la economía y sus impactos al sector financiero son latentes. Los fenómenos climáticos extremos y desastres naturales están generando impactos en la infraestructura, provocando incendios, sequías, lluvias torrenciales, escasez de agua que pueden poner en riesgo varios proyectos financiados por el sistema financiero local, generando escenarios de volatilidad y pérdidas. La convergencia gradual de la inflación a los objetivos de los bancos centrales, tras los choques de oferta y demanda generados por la pandemia del COVID-19; podría impulsar recortes en las tasas de política monetaria, en mi escenario central para el 2024, vislumbro un descenso de 150pb para Banxico y de 75pb para la Fed, que sin duda dará un respiro a los agentes económicos que se encuentran altamente apalancados. La rentabilidad de la banca se puede mantener, aún con el descenso de las tasas de interés, ya que la banca de inversión podría tener un desempeño favorable, ante un mayor apetito por riesgos que podría impulsar el mercado accionario y de bonos.
El balance de riesgos para el sector financiero local parece tener un ligero incremento en 2024. Se destacan al alza: i) presiones inflacionarias en servicios y productos agropecuarios como arroz, azúcar, cacao, café, maíz, carne de res y pollo, por mencionar algunos; ii) periodos de volatilidad financiera asociados a las condiciones geopolíticas, iii) distorsiones en las cadenas de suministros, iii) riesgos sistémicos latentes, iv) riesgos en la calificación soberana de México y de PEMEX, v) riesgos para intermediarios financieros no bancarios dado un índice de condiciones financieras ligeramente restrictivo, vi) un rompimiento de la disciplina fiscal, vii) menores flujos comerciales, viii) efectos climáticos extremos asociados al Niño, ix) desafíos migratorios, x) debilidad fiscal asociada a un abaja recaudación y alto apalancamiento, xi) inflación subyacente persistente, xii) presiones salariales y de costos, en un entorno de menor productividad e informalidad laboral y, xiii) desaceleración económica mundial (EUA y China).