América Latina tiene un avance de sólo el 22% en su índice de transición energética. El primer paso para acelerar este avance es la eliminación de las barreras tecnológicas, sociales y burocráticas que impiden el avance de procesos como la descarbonización y la expansión de las energías renovables, así como el impulso al uso de energías renovables.
Esta es una de las conclusiones que reveló el “Índice de preparación para la Transición Energética: La hora es ahora, aunar fuerzas entre los diferentes actores políticos y privados es clave, para incrementar la transición energética” realizado por Siemens Energy.
El índice fue realizado con base en la opinión de más de dos mil expertos en el sector energético en Asia Pacífico, Europa, Medio Oriente, América del Norte y América Latina. Ellos tomaron en cuenta las condiciones que sus países estaban tomando en cuenta y los avances de las medidas implementadas en cada región. El resultado es que ninguna región, incluyendo América del Norte, rebasa siquiera un 35% en avance.
América Latina es la región donde se perciben menos avances en las prioridades energéticas en comparación con otras regiones. Como en otros lugares, la expansión de las energías renovables se percibe como el área más madura. Por el contrario, la energía solar fotovoltaica y la captura y almacenamiento de carbono son las que muestran menos avances.
Esto puede deberse a los abundantes recursos de energía renovable de la región (principalmente hidroeléctrica, y cada vez más eólica y solar), con un posible impacto en la adopción de las tecnologías destinadas a reducir las emisiones del carbón, que tienen una aplicabilidad limitada en América Latina.
El carbón representa sólo 6% de la generación eléctrica de la región (2020). La ambición de América Latina debe ser lograr la reducción de emisiones a mediano y largo plazo, asegurando al mismo tiempo el crecimiento de la economía y el bienestar.
Los recientes debates en torno a la energía se han centrado en el “trilema energético”: la necesidad de encontrar el equilibrio adecuado entre asequibilidad, confiabilidad y sostenibilidad. Sólo será posible abordar esta triple tarea mediante esfuerzos conjuntos: los sectores público y privado deben alinearse, ponerse de acuerdo y trabajar juntos para superar los retos.
De acuerdo con el documento, resolver este trilema se basa en cinco puntos:
1.- Expandir las energías renovables
La proporción de energías renovables en la mezcla energética debe aumentar masivamente en todo el mundo. Al menos debe triplicarse en Estados Unidos para 2050 en comparación con 2020, multiplicarse por tres o cuatro en Europa y por cuatro o diez en la región Asia-Pacífico. Eso sólo ocurrirá si los países de todo el mundo crean las condiciones marco necesarias y eliminan eficazmente los obstáculos normativos. El acceso a grandes cantidades de materiales también será crucial
2.- Mejorar la eficiencia energética
A medida que los países crecen económicamente y su población aumenta, también lo hace la demanda de energía. A menudo, ese aumento puede superar cualquier logro conseguido en la reducción de emisiones. Teniendo esto en cuenta, el objetivo primordial en todo el mundo debería ser conservar tanta energía como sea posible. Parte de este esfuerzo debería consistir en aumentar la electrificación de los procesos industriales y el transporte, dos ámbitos en los que la innovación puede desempeñar un papel vital.
3.- Fortalecer la red eléctrica
Aumentar la proporción de energías renovables en la mezcla energética e intensificar la electrificación exige redes más robustas. Al mismo tiempo, esas redes pueden ampliarse más allá de las fronteras nacionales, conectando la oferta y la demanda a través de regiones o incluso continentes. Los retos son considerables, sobre todo en las economías en desarrollo, donde muchas regiones sufren frecuentes cortes de electricidad e inestabilidad de la red. En África, por ejemplo, casi una cuarta parte de los hogares que teóricamente tienen acceso a la electricidad sólo pueden acceder a ella la mitad del tiempo, ocasionalmente o nunca.
4.- Aprovechar la infraestructura existente
Necesario aprovechar las infraestructuras existentes construidas en torno a las tecnologías convencionales. El objetivo final es la transición a nuevas tecnologías y nuevas fuentes de energía. Pero, mientras tanto, habrá que utilizar las infraestructuras actuales para garantizar un equilibrio entre la seguridad del abastecimiento y la sostenibilidad.
5.- Gestionar la cadena de suministro
Para lograr una transición energética con éxito, las regiones necesitan acceder a grandes cantidades de materiales, incluyendo los minerales. Esto, a su vez, requiere una gestión cuidadosa de la cadena de suministro. Por ejemplo, un vehículo eléctrico promedio necesita seis veces más insumos minerales que un vehículo convencional.
Una central eólica terrestre necesita nueve veces más minerales que su equivalente de gas. A medida que ha aumentado la proporción de energías renovables, también lo ha hecho la cantidad media de minerales necesarios para aumentar la capacidad de generación de energía en una unidad, hasta un 50% en los últimos doce años.
El estudio analiza el sector energético en a nivel global, aquí los principales hallazgos: https://www.siemens-energy.com/mx/es/noticias/magazine/2023/preparacion-para-la-transicion-energetica.html